domingo, 24 de julio de 2016

Sesión sangrienta, de Jason Zinoman.

Por fin remato un libro que me ha gustado mucho por su concreción y relativa brevedad (247 páginas), un retrato rápido e interesante sobre los inicios del Nuevo Terror en los USA. Sin ser una obra enciclopédica, se aportan datos suficientes en cuanto a nombres, relaciones, títulos y fechas, de modo que la composición de lugar es posible, sin meterse en discusiones ni demasiados matices. Obra bien fundamentada y divulgativa. Para todo tipo de lectores, sin necesidad de grandes conocimientos de cine ni de historia del mismo. Y es que a veces uno se topa con obras que deslumbran por la cantidad de referencias, anécdotas y material publicado, aunténticas compilaciones que ofrecen una visión amplia pero también detallada del tema tratado. Lo malo es que en ellas puede uno perderse si, como a un servidor, la memoria y la atención no dan para más. Y no digamos ya si el autor es especialista y gusta del lenguaje técnico sin muchas ganas de explicar términos que los profanos poco o nada usamos. Por eso una obra como esta me parece genial para conocer una época determinada y un género concreto. Divulga para todos, el lenguaje es sencillo y asequible, la extensión es abarcable y recuerdas muchos hechos y personas sin miedo a quedarte corto si luego quieres hablar de tus lecturas o escribir de memoria.
 
Un precioso libro que antes de devolver a su dueño puedo compartir por aquí, diciendo un par de cosas sobre él, aportando algunos datos y, como siempre, siendo consciente que estas son notas para recordar lecturas, que no es un comentario exhaustivo y que pretende iniciar una conversación en la que aportar detalles y nueva información. Ni mucho menos está todo en la entrada y a veces ni siquiera suficiente. Son anotaciones. Que anote el amigo Claustroman la idea de fotografiar una estantería de su biblioteca para pasarme la foto y publicarla la próxima vez que escriba de un libro suyo. Es bonito ver, en un vistazo, algunos títulos de la biblioteca de un amigo, a falta de estar en ella para poder pedirle prestado alguno. Con vuelta, claro está. Alberto es un chico que investiga y busca películas que suelen tocar ambientes, temas y monstruos más  o menos clásicos y antiguos. Generalmente, pero no exclusivamente. Y sus intereses en cuanto a conocimiento son más amplios. Una muestra es este libro y quizás valga la pena pedirle, con el tiempo, alguno de los títulos que aquí se estudian.
 
El tratamiento de las películas es somero, ofreciendo generalmente un resumen a partir de varias escenas. También se comenta su gestación, publicando las relaciones entre directores, productores y algún que otro actor, antes, durante y después de la filmación. Detalle bonito, en este tema de las relaciones, es el último capítulo, síntesis de y actualización de algunas amistades y desencuentros en el mundillo de los creadores de un terror que rompía con los monstruos clásicos y los ambiente de corte gótico, sin dejar de aprovechar lo bueno que tenían aquella películas. Vaya el repaso de largometrajes comentados citando un párrafo que comienza al final de la página 209: "Sean cuales sean los motivos que nos llevan a querer ver estas películas tan horribles, el Nuevo terror nos dio más motivos que nunca para hacerlo. La semilla del diablo, La matanza de Texas, Carrie, La noche de Halloween y Alien, el octavo pasajero son las cabezas de serie del terror norteamericano seguidas de cerca por Tiburón, El resplandor, Las colinas tienen ojos y Zombi. Unas pocas de la películas que se comentan en este libro son más influyentes que enormemente buenas (La última casa a la izquierda, Dark Star), otras han perdido algo de su potencia con la edad (El exorcista, La noche de los muertos vivientes), pero consideradas en su conjunto, componen un poderoso argumento para considerar la suya como la mejor época dorada del terror."


Desde pronto me hizo gracia que un Jason acabase escribiendo sobre Jason, jeje. Este escritor es columnista del New York Times y está preparando un libro sobre David Letterman. A esta su Sesión sangrienta la subtitula con una buena síntesis de lo que luego nos ampliará: Cómo un excéntrico puñado de cineastas outsiders nos provocaron pesadillas, conquistaron Hollywood e inventaron el terror moderno. Pon tú que esos nuevos autores crecieron con un terror que, cuando estudiaban o comenzaron a trabajar, estaba de capa caída y era cada vez menos creíble. No solo pero se tiraba mucho de los ambientes clásicos del cementerio, el castillo, la casa encantada, y eran los monstruos aquellos conocidos como la momia, el vampiro, la criatura de Frankenstein,... Sin embargo, tomando detalles que sí funcionaban, estos hombres le dan la vuelta al terror y acaban convenciendo a los grandes estudios que el género está bien vivo. Eso para algunos supuso fama y para otros ganas de huir de todo lo que sonase a comercial y destinado al gran público. Ellos abrieron la brecha que habría de dar a luz, como una grieta que nos permite vislumbrar el amanecer más allá de las oscuras paredes que nos retienen, un estilo nuevo que suponía confusión, monstruos que en poco se distinguían de nuestros vecinos, planteamientos donde la pregunta que quedaba en el aire era más importante que las certezas que se podían desvelar al final del filme, monstruos donde la belleza y la repulsión competían por hincarle el diente al corazón del espectador. No pienses que fue un cambio en bloque o que sus películas estaban diseñadas para comenzar una nueva vía compartiendo temas y lugares. Tampoco hay tal uniformidad. Sí hay nuevos enfoques que reviven el terror y le dan una nueva carta de presentación, distinguiéndolo del anterior, y poniéndolo en la estantería de lo maravilloso y comercial. Como antes escribí, no todos esperaban tal cambio ni todos quisieron convertir su arte en simple comercio a gusto de Hollywood.
 
Para gustos, colores. Que no fue lo mismo plantear una aventura espacial con un monstruo al que vemos evolucionar desde un huevo con criatura saltarina que una carrera por la supervivencia huyendo de una gruñón paleto de un perdido pueblo. Zinoman nos introduce, siguiendo una nueva línea de revisión del género, en el problema del monstruo. A veces, las películas mostraban al monstruo y eso suponía un anticlímax, un bajón del trece donde se suponía una subida de pulsaciones en el respetable. O lo solucionabas con algo mejor o apenas mostrabas al  monstruo, escondiéndolo entre sombras y planos rápidos. El terror no estaba de moda entre los productores serios ni los críticos, que lo tachaban muchas veces de huida fácil de una realidad dura o, directamente, de chorrada supina donde un director serio no entraba a perder el tiempo y los dineros. El monstruo fue muchas veces un señor más o menos bien maquillado, otras veces un señor embutido en un risible traje de goma. Pero el Nuevo Terror trae aires frescos en este campo: el monstruo lo mismo es una fusión horrenda pero atrayente entre máquina y carne o es una persona normal de la que cualquiera que le conociese diría que es un buen vecino. El terror se vuelve cercano, difuso, intemporal y permanente. Hasta el estilo de los finales cambia. Ya no puede uno quedarse embobado esperando un final feliz con el héroe venciendo todos los atrancos. Ahora el guionista y el director pueden matar a sus protagonistas y dejar que el mal campe por sus fueros, horrorizando al respetable y dejando un rastro de sangre y trozos de cuerpos humanos irreconocibles. Un último apunte acerca del monstruo que Zinoman revela: ya no solo da miedo, ahora puede dar asco y hasta pena. Pensemos en el hombre-niño asesino y caníbal de La matanza de Texas. Es conocer la casa donde ha crecido y la familia que le ha tocado y tu perspectiva puede cambiar hasta tal punto que te compadeces de su situación. Flipemos: el público lagrimeando por la suerte del monstruo. Hasta te pondrías de su parte. ¿De qué otra manera podría reaccionar tal chavalote? ¿Cómo no va a cazar a esa panda de mozalbetes que no valoran la suerte de una educación y vida en libertad? Y volviendo sobre el rastro baboso del xenomorfo, ¿cómo te quedas antes esa quimera que parece salida de una cópula antinatural de biología y mecánica? El monstruo puede seguir dando miedo pero se le aumenta el asco y la fascinación.

El autor nos advierte de las lecturas, o subtextos, como él los llama, a mayores de tal cine. Por ejemplo, es bastante compartido que el héroe negro de La noche de los muertos vivientes podría ser una crítica al racismo y al gatillo rápido de la sociedad blanca norteamericana. En el libro se matiza tal lectura, advirtiendo que el director llegó un momento en que lo asumió... después de realizada la película donde solo pretendía pasarlo bien con sus amigos en el jardín de casa. Una crítica que puede documentarse mejor es la presente en La semilla del diablo, donde una mujer que fue católica pierde la fe, sigue siendo una sumisa y maravillosa esposa pero resulta que es a ella a quien le toca sufrir y perderse en un mundo donde no se distingue realidad de paranoia. Tal crítica impulsó la grabación de la película, pensada para asustar pero también para desestabilizar un sistema de pensamiento.

Algo sobre los directores, para ir rematando la entrada. Todos son hombres pero a veces parecen niños en cuerpos de adultos, más o menos tímidos y con problemas para aceptar las figuras autoritarias. Vidas más o menos sencillas y escondidas que se atrevieron a seguir siendo niños que quieren asustar a los mayores y decirnos que al cine no se va solo a disfrutar sino a infectarnos del virus del miedo por el simple placer de la infección.

Bueno, George romero llegó a decir que eran personas encantadoras, así que mirémosles bien, que nos lo hacen pasar de miedo.

La edición leída es de tapa dura, 247 páginas, de T&B Editores, publicado en octubre de 2011. Una Introducción y epílogo que se complementan y nos dan la base de lo escrito luego. En medio, 11 capítulos para presentar directores, productores y películas que cambian la escena del terror, dándole un nuevo aire y abriendo los ojos de los grandes estudios que se acabaron apuntando al carro del meter miedo... aunque no tanto como los marginales autores referenciados por Jason Zinoman. Agradecimientos, 4 páginas de bibliografía y cinco de Índice onomástico. Obra de divulgación completa y narrativamente sencilla de leer y comprender.

Vamos, y una portada mazo chula y terrorífica. No me olvido de las dos secciones con un papel distinto al del texto, dedicado a las fotografías de carteles y rodajes de algunas películas, en blanco y negro.

jueves, 21 de julio de 2016

La edad dorada, de John C. W.

No recuerdo ahora mismo cómo llegó esta novela a mis manos, pocos años ha. Casi seguro fruto de un curioseo en la pasada edición de feria del libro usado y antiguo, en Ourense. Quizás en una compra pontevedresa, tras recorrer su pétreo casco viejo, en una pequeña y aprovechada librería de suculentos títulos. Si ha sido un regalo, ups, lo siento no recordarlo, jeje.
 
Por lo leído, es la opera prima de un escritor norteamericano que se dedicó a la abogacía y el periodismo. Y es la primera parte de una trilogía que publicó en dos años. Al año siguiente de rematarla ya la teníamos en España de la mano de Bibliópolis, lo cual es de agradecer. Estábamos al inicio de la pasada década del 2000 y a día de hoy no sé si ha publicado algo nuevo en el mundillo de la ciencia ficción, tras su trilogía de fantasía épica.
 
La novela nos lleva lejos en el tiempo, a un futuro lejano pero en lugar próximo. En la indeterminada Séptima Estructura Mental, acercándose al fin de un milenio, fecha que se celebraría con la denominada Trascendencia; festividad milenaria que marca un antes y después en la evolución, más o menos dirigida, de la humanidad. El sistema solar ha sido modificado mediante potentes obras de ingeniería que pretenden organizarlo para sacarle todo el jugo posible para satisfacción de la humanidad. O de parte de la humanidad. Y es que la mayoría vive en un estado de bienestar más o menos alargado, mientras que una minoría sobrevive, porque así lo eligieron, en medio de dificultades, lejos del Sol y de la Mentalidad que podría asegurar su inmortalidad. En torno al sol florece una humanidad que es como dios, capaz de grandezas y proezas sin par. Llega al punto de modificar órbitas planetarias, encender el planeta Júpiter para tener un segundo sol, adaptarse a distintas formas físicas y mentales, crear un mundo virtual donde replicarse y relacionarse a distintos grados de sensaciones,...
 
La cima tecnológica y de paz que se vive lleva a los dirigentes, a los Pares y el Colegio de Exhortadores, con la ayuda de potentes inteligencias mecánicas (sofotecs), a decidir un futuro de calma y disfrute para los siguientes mil años. Si se está en lo alto, se piensa, quedémonos. No busquemos nuevos problemas cuando ya hemos apostado a lo grande y conseguido impensables éxitos. Los nuevos humanos son inmortales y las máquinas buscan su tranquilidad y deleite. Si alguna vez hay que "juzgar" a alguien que se desvía de lo general lo que se hace es animarle a las virtudes y posibilidades en que ha crecido. Y es que los delitos no existen, las inteligencias sofotec buscan que el hombre viva sin hacerse daño a sí mismo y los juicios, tal como hoy los entendemos, no existen. Si alguna vez, un caso perdido en el océano de los siglos, sucede algo tremebundo y fallan los sistemas normales de convencimiento, se despierta al último soldado y verdugo viviente, Atkins, reliquia de tiempos alejados en la memoria.
 
Todo parece marchar bien... lo dicho, parece... Entre los miembros importantes de una de las casas señoriales con más influencia, Radamanto, el hijo del patriarca enciende vivos debates. Él no recuerda, pero se le atribuyen "hechos de renombre sin par" dignos de condena y olvido. Y así, al inicio de la obra, le iremos descubriendo como amnésico en lo concerniente a más de un par de siglos de propia existencia. Una línea clave del libro es la que nos lleva a descubrir qué fueron esos actos, por qué se estableció un olvido acerca de sus obras (en parte), qué se le echa en cara desde altas instancias, por qué algunos seres le buscan e incluso le aportan datos para que recuerde. Lo cual no es fácil porque prometió olvidar. Una edición de recuerdos y pensamientos que ha llevado a su mujer a un estado de coma, inmersa en un permanente y plácido soñar. Faetón, hijo de Helión, es un hombre (con siglos de vida) dedicado al disfrute de su status, despreocupado de la vida en medio de una gran celebración festiva, que irá recordando y atando cabos.
 
El nombre está bien escogido para representar su arrojo, valentía, orgullo y defensa del honor. Encontramos la base mitológica en el gran poema latino de Ovidio, Metamorfosis. Una amplia obra de XV capítulos que recoge historia y mitología, sin resabios de devoción religiosa, con divulgación filosófica incluida. Al inicio del Libro II se cuenta la historia de Faetón, hijo mortal de Febo (el Sol) y Clímene. Marcha el mozo en busca de su presunto padre para presentarse como vástago y conocer la realidad de su filiación. El Sol no niega su paternidad y se alegra sobremanera de conocerle. Hasta tal punto que le ofrece lo que sea como prueba de reconocimiento. Dice "Ni tú mereces que yo reniegue de ti ni Clímene mintió respecto a tu nacimiento. Y para que no te queden dudas, pídeme el regalo que desees y yo te lo daré. pongo por testigo de mi promesa a la laguna por la que juran los dioses, que mis ojos nunca han visto". Error. El joven pide conducir el carro solar, trabajo ímprobo incluso para el dios Febo. Este intenta de mil maneras quitarle la idea de la cabeza, sin resultado. Bueno, con el resultado de que el hijo se sube al carro y desde el inicio las cosas van mal para el inexperto auriga. Podría ir peor de no actuar Júpiter, que le saca las castañas del fuego con un certero tiro de rayo. Aunque todo queda hecho unos zorros, llora el padre Sol y aquel día no sale refulgente, quedando la Tierra iluminada solo por los incendios provocados por la alocada carrera sin freno de Faetón al mando de los desbocados cuatro caballos solares. De nuevo, en palabras del poeta, "El largo Erídano lo recibe en sus aguas, en un país lejos de su patria, y lava su rostro humeante; las Náyades de Occidente dan sepultura a su cuerpo abrasado por la llama de tres puntas, y graban este verso en su lápida: Aquí yace Faetón, auriga del carro de su padre, y, aunque no supo guiarlo, cayó en un grandioso intento". 
 
Como el mitológico, el novelado es un hombre que piensa y proyecta a lo grande. Su última idea, la olvidada, es la salida a las estrellas, en un viaje de colonización sin antecedentes que pueda llevar a la humanidad a los despoblados espacios estelares. Digo sin precedentes pero hay que matizar que una vez se intentó y hasta se cree que alguna comunidad humana pudo prosperar en el frío y solitario espacio, cerca de una estrella. Lo único que sabe faetón es que más allá de una baliza situada a 500 UA no detecta signo alguno de civilización. Él sabe que la humanidad, que la misma vida, pide expansión y nuevos territorios. Cuando sea reprobada, de nuevo, su idea, so pena de futuras guerras con las comunidades lejanas, elegirá un futuro de esfuerzos y penalidades en lugar de nuevos placeres y calma, una calma cercana a la del cementerio.
 
Pero hay mucho más. Dejemos las preguntas en el aire: ¿hay vida más allá de la Ecumene Dorada? ¿Hay inteligencias tan poderosas como para editar pensamientos y repartirlos a todo el mundo, que oculten un ataque a la tranquila humanidad? ¿Puede un señorial sobrevivir sin el apoyo de una riqueza que soporte sus gastos? ¿Es el padre de Faetón quien dice ser o una versión distinta de su personalidad?
 
 
La novela se lee bien, aun con largas escenas donde nuevos conceptos y preguntas se abren paso, en medio de debates y confrontaciones lógicas que abren mil posibilidades y desarrollos. El ambiente discurre entre un mundo virtual donde uno puede modificarse de mil maneras distintas, autoeditarse y replicarse, ser inmortal si tiene suficiente tiempo informático, y el mundo real de una Tierra nueva, rodeada con un gran anillo habitable, unido al suelo por ascensores de kms de longitud. Esta idea la oí por primera vez cuando un locutor repasaba la vida de Nikola Tesla, el inventor de tal ingenio. Poco más de 300 páginas inauguran un universo donde realidad física y virtual se dan la mano y los actos en una pueden afectar a la otra. Un mundo de posibilidades técnicas que rentabiliza cualquier materia y antimateria capturable pero pierde el sentido de la aventura y la expansión en busca de novedades. Un elenco de personajes que según hablen y actúen pueden hacer que nos decantemos por ellos o les odiemos en el cambio de una página.

martes, 19 de julio de 2016

Santa Mariña 2016.

Cuadran este año en lunes tres fiestas patronales con las que estoy, de alguna forma relacionado. La primera fue la de san Benito. Años ha, antes de la última reforma parroquial diocesana, era la iglesia matriz de Louredo, teniendo incluso hoy todavía allí nuestro cementerio. Actualmente, Louredo ya no es anejo sino parroquia. La siguiente fiesta, a siete días vista, es la de santa Marina, mártir gallega nacida en algún lugar de A Limia y martirizada cerca de Allariz, en el lugar donde hoy se levanta el precioso conjunto de Augas Santas. La tercera fiesta, por venir, es la de Santiago, patrón de Cortegada de Baños, sede municipal.
Este año no tuve noticias pero suele festejarse a santa Marina (o Mariña) en una capilla sencilla, de una sola nave y con el altar pegado al retablo, en el pueblo de Soutelo, cercano a Louredo. De siempre hubo novena y Misa, con tiro de fuegos artificiales, amén de fiesta con su sencilla procesión en torno al templo, música, verbena y churrasco que degustar con los vecinos. Una cosa que recuerdo de cierta fiesta fue que esa noche coincidía con el choque del asteroide Shoemaker-Levy 9 con el planeta Júpiter, noticia estos días por la llegada a su órbita del satélite Juno de la NASA. No supe, como escribí, nada de lo organizado para ayer si es que hubo. En familia fuimos a Augas Santas, llegando a la hora de la procesión.

Dentro de la iglesia, un ambiente de calma, casi silencioso, lo cual es de resaltar favorablemente. Varios fieles iban al camarín donde se supone el enterramiento de la mártir, situado a la derecha, no lejos de la entrada. Cercado como está, los devotos lo rodeaban con una o varias vueltas, llegando a tocar con las manos o un pañuelo la imagen representativa. Al tiempo, gente sentada, gente fuera del templo, gente preparando la procesión, portando estandartes. El sacerdote apenas se hacía notar mientras revisaba las posiciones o impartía órdenes para mejorar los puestos. La iglesia es grande, con sonoras campanas, y digna de observar en su arte. 
El techo conserva filigranas en la madera, dando la impresión de un trabajo realizado al milímetro y destinado al asombro y recogimiento del contemplador. Un rosetón de colores brillaba en lo alto, concediendo dinamismo y esplendor al suelo y las columnas. El espacio interior es amplio y permite la expansión del espíritu inquieto por las divinas realidades. Si no ha cambiado, en la zona del presbiterio hay un cristal que protege y enseña parte del suelo original de la construcción. Y si no es el original es antiguo. Un altar lateral esconde pinturas, de las que me había informado el anterior párroco, que en paz descanse.
El paseo en familia continuó por la visita a la capilla de san Tomé, a un paso de la iglesia, en cuyo interior se conserva un mural con el momento del martirio de la santa, cercenada ya su cabeza. También está allí un pozo con agua, de la que se sirven propios y extraños al sacarla con un regio cubo allí disponible para tal menester. La tradición habla de hasta tres fuentes que surgen al contacto de la cabeza decapitada de Mariña, cuando esta toca el suelo. Claramente, el fenómeno no es completamente real ya que las distancias entre fuentes son considerables, en términos de salto de cabeza.
Pero ahí queda el dato, como queda en la historia del martirio de san Pablo en Roma, también él decapitado. Una vez más se une en nuestra tierra meiga el agua y propiedad curativas relacionadas con un santo. A todo esto, visitamos la fuente que está al lado de una viejo árbol, quedando la tercera en el misterio de saber de ella y su localización. Es lo que tiene andar con el tiempo justo y los reflejos apocados.
En esta segunda fuente hay a disposición de los creyentes y curiosos una taza metálica con la que tomar agua fresca de alguno de los potentes caudales. Agacharse toca si quieres probarla. Como en la anterior, se habla de milagros relacionados con la salud al contacto del líquido elemento.
No hay que ir luego muy lejos para preñarse de historia.
Puedes ir andando o en coche hasta el pueblo de Armea (yo siempre pronuncio Armeá, pero vaya usté a saber). Allí hay un petroglifo a plena luz del día y de los ojos que bien lo estudien, formando parte la piedra que lo contiene de un muro de viña.
No lejos sino a un paso puede dejarse el coche y caminar. Un caminito te conduce directamente a un yacimiento hoy en día a plena luz, acechado por la maleza, con sus carteles informativos intactos y legibles. Monte do señorín, le dicen, lugar descubierto por un vecino del pueblo al que le llamó la atención la forma de algunas piedras.

Y es que la naturaleza no usa en ellas de la recta, así que si uno se la encuentra pueda sospechar, con fundamento, que la mano del hombre ha pasado por allí. Están algunas piedras talladas como escaleras o hasta bancos y pías; los que saben interpretan el lugar como dos grandes casas diseñadas sobre la ladera del lugar. Un ejemplo de adaptación habitacional al terreno.
Desde estas ruinas se continúa por el camino de tierra y hay un momento en que se ha de tomar a la derecha, no continuar adelante. Ojo al nuevo terreno, que si no cambia demasiado el ambiente verde del monte, sí se trasmuta la naturaleza del suelo que pisas. Como bien advierte un cartel, estás en una vía romana, secundaria, vale, pero romana. Un apoyo a la conocida Via XVIII. Un detalle más de la visible presencia romana en la zona, añadido a la forma cuadrada de las construcciones descubiertas.
Una vez más bajamos al subterráneo de la inacabada basílica, lugar denominado forno da santa. Un poco de prisa y falta de espacio en la tarjeta del móvil me impidió comprobar si andaban en la zona más oscura un murciélago y una araña, bichos con los que me he cuadrado en un par de ocasiones y que parecen morar allí tan anchos. Hay dos puertas para bajar a este espacio iluminado por un vano a ras de suelo.
Una puerta está coronada con una cruz grabada en la piedra, cerrada a cal y canto. La otra puerta hay que tomársela con precaución, pues los escalones son altos y húmedos. No sé por qué pero creo que la otra opción era mejor para bajar. Aquí han tenido que colocar un trozo de madera que hace el descenso factible y con garantías de éxito. No dejes de fijarte, si bajas, en una marca que se repite en la parte alta de la escalera. Abajo, en medio del sonido relajante del agua y con una temperatura que animaba a no regresar a la tórrida superficie, todo parecía igual que la última vez.
El tour sigue con la pasada al lado de grandes piedras graníticas, que seguro supieron de leyendas sobre mouros, llegando al carballo de la santa. Es un lugar dominado por un gran roble, plantado allá por mediados del pasado siglo. Y no es el original. Había otro antes, hendido por la fuerza de un rayo, del que cuentan que el cura quiso hacer leña y que una tormenta decidió quien mandaba en el árbol que, como los pájaros, no caen sin que el Creador lo permita. Nuestros pelos, como sus ramas, están contados. Hete aquí un recinto murado con piedras que contiene el árbol y dos pías con agua. Siempre con agua, lo cual algunos ven como una especie de milagro.
Sigue la senda, está marcada a la derecha, y son unos pocos minutos los que te llevan a una reciente excavación. Allí estaban en plena faena jóvenes de varias universidades, de Vigo, Santiago y Jaén. Excavan y excavan, registran y publican notas en un blog donde poder saber más de sus trabajos y estudios. Dos de los investigadores, un chico y una chica, nos ofrecieron información y detalles a tutiplén. La charla con ellos, gracias a mi padre que se acercó, fue instructiva y amena, lo que acerca mucho su ciencia al público. Da gusto contar con gente así, capaz de deslomarse unas horas para desenterrar historia y luego presentarte sus conclusiones o teorías de forma que lo entiendas.

Me atrevo a un resumen de lo hablado. Primero, lo teórico sin investigar. Y es que el lugar podría ser un castro, situado en lo alto de la elevación. No hay catas pero se supone su existencia.
Lo sí excavado: una ciudad romana de la que van apareciendo calles, casas, restos de cerámica,... Hasta ahora van ya cuatro casas. Una calle separa algunas y, en un tramo, hay una piedra con unas formas curiosas que se deben a la erosión, aunque al principio se valoraron varias posibilidades. Entre dos casas hay un exiguo espacio de separación repleto de tierra, piedras pequeñas y tegulas. Quizás fuese un espacio por donde discurriría el agua de la lluvia o aguas menores, basura y restos de construcciones. En una casa cercana también aparecieron restos, escoria de hierro, lo cual se cree que puede ser el fruto de reparaciones caseras. Un pequeño horno donde repasar aperos de labranza, por ejemplo. Nada "industrial". La ciudad surgiría en los primeros siglos de nuestra era,  conocería una cierta estabilidad y sufriría un proceso lento pero continuo de abandono. Un tanto como pasa hoy en día con nuestros pueblos: la gente envejece y hay un traslado a villas o ciudades cercanas. En nuestro caso sería Allariz el centro de atracción. Preguntados por algunos paralelismos con los restos de Santomé, en Ourense ciudad, nos informaron que hay algunos pero no son tantos. Entre otras diferencias tenemos la forma de los muros, cuadrado aquí (romanos) y redondos allí (influencia de los nativos, "celtas"). La conversación fue un momento magnífico de relax e instrucción. Muchas gracias, chicos.
La mañana terminó en comida familiar. Y sacarle una foto a una patatera que sube dos metros desde el suelo. Fruto de alguna patata solitaria o caída por descuido, creciendo sin competencia y quedando seguramente sin fruto.
Por la tarde, nueva inmersión en la arqueología. Esta vez a un paso de casa. Bajando de Louredo a san Benito, saliendo por O Pazo, entre los montes comunales y privados, a un lado de la carretera, hay una piedra que no llama la atención. Sobresale su parte superior un poco del suelo y allí se ven dos filas de tres "herraduras". Según mi hermano, Fermín Bouza Brey la identificó hace años y dejó constancia de ese petroglifo. Actualmente, se ve, a mayores, una V, lo cual significa una incursión posterior. La misma erosión no afecta por igual a todos los grabados en la piedra. 


lunes, 11 de julio de 2016

Cómo redactaría una novena.

En muchos lugares de la geografía ourensana se celebra hoy la fiesta de san Benito. Aglomeraciones de fieles y curiosos coparán a estas horas las iglesias y atrios de mucas parroquias, en un ir y venir que llenarán los templos durante las misas que se celebren. Algunos aprovecharán para confesarse y comulgar en gracia. Quizás por la tarde aún haya quien tenga ocasión de alguna misa con buena afluencia de pueblo. Y ojalá la gente comprenda que es partícipe del santo sacrificio y no mera espectadora de la acción sagrada del sacerdote.

Si vas a alguna de las iglesias donde se celebra puede que escuches que este es el san Benito del verano. Lo cual lleva  a preguntarse si hay otro. Y es que lo hay. En palabras del pueblo, está el san Benito del invierno. Dos fiestas que se repiten en varios lugares. ¿Qué dice el Calendario Litúrgico, el calendario oficial de la Iglesia católica? Que a san Benito se le venera hoy con fiesta, no hay otra. ¿Y esa duplicidad? Pues corresponde a la anterior situación, anterior al Concilio Vaticano II digo, en que se celebraba (como suele ser lo normal) la fiesta el día de la muerte del santo abad. Posteriormente, en tiempos de Pablo VI, se reforma el Calendario y su fiesta pasa al verano, al 11 de julio, rememorando una traslación de sus restos. Tiene más sentido la anterior fecha (como casi todos los santos: se recuerda el día de su muerte, su dia natalis) pero si uno quiere dejar la Cuaresma con las mínimas fiestas y solemnidades el cambio cobra sentido. En muchas ocasiones no se entró por el aro y a día de hoy tienen las dos fechas como festivas.

Puede que en todas, o la mayoría, de localizaciones se haya preparado esta fiesta con novena. Esta es una devoción, es un ejercicio piadoso que puede realizarse en privado o en público, refiriéndolo a santos reconocidos por la Iglesia. Tomando nueve días para entrar en contacto con su vida y la gracia divina, uno puede ir cambiando, meditando, convirtiéndose, descubriendo así que la santidad no es cosa de un día pero sí de todo bautizado. Rezar la novena, dejarle unos instantes para que nos remueva y transforme, es descubrir la procesualidad de la conversión, la dinámica de la vida en gracia.

Pues bien, ¿cómo redactaría yo una novena hoy? ¿Cómo la veo ejecutándose en el templo? Tras mis experimentos en el tema, con algunas publicaciones ad usum privatum te digo que la haría así, en líneas generales:

1. Saludo. O el usual En el Nombre del Padre... o el usado en el Oficio Dios mío, ven en mi auxilio... El primero es muy conocido y utilizado. El segundo no tanto y quizás valga la pena introducirlo para que la gente conozca parte de la riqueza oracional de la Iglesia. También, al ser desconocido, llamará más la atención y quizás ayude a la concentración.

2. Himno. Una alabanza a la santidad divina y a su atención por nosotros. Festivo y místico. Yo buscaría uno trinitario, centrando el protagonismo primero en Dios y haciendo esta definitoria declaración de fe en el Dios de Jesús. Si no, un himno propio o común sacado del Oficio Divino. En su expresión sería magnífico poder cantarlo entre todos o, si fuese el caso, poder sostenerlo gracias a un coro y que el pueblo cantase el estribillo. Dios como protagonista aquí, poniéndonos en su Presencia, alabándole, dándonos cuenta que Él es origen, camino y meta.

3. Oración litúrgica. Sacada del Oficio, ya sea propia ya del común.
 
4. Cuatro estrofas del salmo 50. Aquí la gente habría de sentarse cuando se rece. Es un salmo penitencial. Tras la alabanza festiva vendría un ratito para pedir perdón. La novena debería llevar a la conversión, viendo el ejemplo de alguien como nosotros, redescubriendo la potencia del amor divino. Gracia y voluntad. Por eso metería cuatro estrofas del salmo. Esto permite que la gente lo conozca y repita. También que se rece a dos coros (habiendo fieles suficientes). Y se da a conocer una forma de penitencia y oración. Contrastará con los ritos iniciales por su sobriedad. Pasamos del canto festivo que mira a Dios a la calma meditativa acerca del mal en nuestra vida. Del mal y la esperanza, claro, que no se queda el salmo en golpes de pecho sino en perdón y vida.

5. Fragmento de la vida del santo o de sus palabras. Este momento no ha de ser un simple recorte de alguna vida suya sino que debería transmitir ganas de imitar. Mejor poco que nada, pero que no quede convertido en una exposición de datos biográficos. Bueno es conocer al santo, con su contexto histórico, siempre que no se pierda de vista que es modelo a imitar, que es maestro al que escuchar. No le reduzcamos a simple abogado ante no sé qué mal físico o moral. Yo aquí tiraría de vidas ya escritas, como pasa hoy con san Benito, cuya vida recoge san Gregorio, o san Antonio abad, retratado por san Atanasio. Si no, predicaciones papales, que tendrán un buen ritmo expositivo y animador. Y ya si el santo tiene obras, algunos días que se escuchen sus palabras.

6. Peticiones. A veces parece que el pueblo es el momento que espera, el de pedir. Bueno, se pide, que es parte de la vida y el mismo Jesucristo nos dijo que pidiésemos. De no querer meter la pata, tírese por las peticiones del Oficio, tal cual o con leves modificaciones. Y, al final, un momento de silencio para las peticiones personales. Tras las mismas, yo seguiría el esquema tradicional de rezar la tríada Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

7. Oración final. Tomada también de la liturgia, ya propia ya común.

8. Canto. Un canto final si luego ya se sale del templo. Un canto que la gente le dedique al santo, que los hay. A veces han nacido en el mismo pueblo, como sucede en Louredo, que aclaman a san Juan Bautista con un largo y solemne canto compuesto por dos sacerdotes años ha, apadrinados por el párroco don Esteban. Otras veces será una melodía conocida que se adapta, como pasa en Olás, cuando el coro parroquial alegra las tardes de novena cantándole a san Pedro.

Si se viese que la novena tiene empaque y la gente la conoce y agradece, bien sería conservarla y publicarla. Con su debida aprobación eclesiástica, la pondría por escrito en letra legible (pensemos en nuestros mayores y en que se llevará para casa y los enfermos pueden rezarla), en un sencillo folleto o librito con la imagen del santo por portada. No debería faltar una introducción donde se hable sencillamente del templo que custodia la imagen, de la imagen misma, de cómo se reza y venera al santo, de la amplitud de la devoción, de los actos comunes (como si hay procesión o qué día se celebra su fiesta). Datos estos que hoy son conocidos por todos pero que en un tiempo serán historia de la parroquia. No pueden faltar unas líneas acerca de la santidad divina y la llamada universal a la santidad en los bautizados.