
Encontrarse ideas nuevas a veces es frustrante y pasan páginas y páginas hasta dar con algo que te sorprenda y salga del típico cúmulo de ideas que se repiten. Bueno, tampoco voy a pedir algo completamente nuevo y distinto que nos haga perder el norte de la identidad z, jeje. Pero qué pasada poder disfrutar de ambientes nuevos y de detalles curiosos que afecten a la conducta zombi o a la manera de sacártelos de delante. Y no digamos el humor, esa salida brusca a situaciones estresantes que le dan un vuelco a la narración. Un detalle que poco se aprecia en la novela pero que cuando aparece te partes. Recuerdo ahora la escena cuando entre soldados supervivientes quedan en atraer zombis y no dispararles. Hay que mantenerlos vivos, jajajaja.
Por lo demás, llama la atención el escenario y la época en que nos tendremos que mover. Batallas y enfrentamientos entre nacionales y rojos en el valle del Ebro, año 1938. Escaramuzas y disparos cruzados, guerra sobre tierra y en el aire y, como si no llegase, una amenaza nueva que no se arredra ante las balas ni ante el valor de la soldadesca. Solo sabe avanzar cara los vivos, morderlos y destrozarlos. Parece que solo el fuego los detiene y hace recular. Solución que no siempre tiene uno ocasión de usar porque, claro, con una antorcha poco harías pero si tienes un lanzallamas ya la canción es otra.
Azules y rojos luchando, zombis apareciendo de la nada y atacando indiscriminadamente. Situación bélica que acaba poniendo sobre el mismo escenario a los enemigos. Es lo que sucede aquí. No es el frente y las escaramuzas son la tónica. Un encuentro entre unos pocos soldados de cada bando es el inicio de una aventura que supone la trama central. Al principio, malas miradas y sospechas mutuas, captura por parte de los republicanos y ascensos sufridos buscando protección de las fuerzas alzadas. Pero, qué pasa cuando dos enemigos han de enfrentarse a un tercero que ataca sin mirar colores? Pues eso, unión y armarse de valor ante el terror pútrido que supone una horda de muertos que no se han quedado en tierra. Sorpresa y pies para qué os quiero. Enfrentamiento cuando no hay otra solución y camaradería aumentando al pensar que ahora hace falta apoyo incluso de quien es contrario. Así tendremos ocasión de conocer a la gente y sus historias, sobrepasando la primera impresión que nos den al conocerlos.

No hay historia de amor, cosa que uno agradece, porque tampoco hay que usar todo lo típico para atraer la atención, pero sí amistad y compañerismo que se refuerza con el paso de la páginas. Hay supervivientes y un epílogo en forma de pequeña historia que nos descubre que la infección no se ha reducido a la guerra en España. Un final abierto que bien puede quedarse ahí o disponernos a nuevas aventuras en territorio continental en los convulsos años 40. El autor dirá...
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