miércoles, 5 de junio de 2019

Kate Wong, "La mente neandertal" (resumen)

Me animo a una nueva aportación, en forma de resumen, de un artículo del monográfico 'Temas' número 92. Dedicado a "los cambios biológicos que han moldeado la especie humana", es una revista que nos pone al tanto de curiosos hallazgos actuales sobre nuestros ancestros, tanto directos como indirectos. 

África brilla con especial intensidad en este número, pues aporta nuevos fósiles que llevan a la reescritura de nuestro árbol genealógico. Y los autores nos advierten para que tengamos la atención y la curiosidad alertas. ¡Queda mucho terreno por excavar! No es solo que aparezcan nuevos lugares en los que buscar, sino que los métodos de estudio han mejorado y ampliado sus técnicas: desde la recuperación de ADN antiguo hasta el análisis de sarro dental. La datación conoce nuevos estilos, alguno tan curioso como la identificación de ceniza volcánica en capas donde hay fósiles (o están cerca). En síntesis, los viejos yacimientos pueden aportar nuevos datos gracias a la tecnología de vanguardia y los nuevos sacan a la luz fósiles que nunca habíamos visto.

Sin embargo, ¿qué buscar cuando nuestra meta es la mente de un homínido extinto? ¿Cómo acercarnos al pensar y sentir de un neandertal, por ejemplo? Es la aventura en la que nos embarca Kate Wong, con su artículo "La mente neandertal". Lo encuentras en la página 42 de la revista. Para poder sondear un elemento inmaterial vamos a fijarnos en huellas palpables que nos hablen de él o, al menos, nos aproximen a su misterio. Así, comenzamos con los cráneos fosilizados. La comparativa entre especies y entre individuos de la misma nos dará una primera visión de la evolución del cerebro. Generalmente, nos aporta la forma y la capacidad craneal. Algunos nos darán más. Si nos permite acceder al interior y han quedado marcas del cerebro podemos adivinar sus formas y detectar diferentes áreas. Ralph Holloway, paleoneurólogo de la Universidad de Columbia, es citado por Wong: "los moldes endocraneales constituyen la prueba más directa de la evolución del cerebro, pero resultan insuficientes a la hora de ofrecer una información sólida sobre el comportamiento". 

Pues sigamos el recorrido, a ver si hallamos nuevas formas de conocimiento. Cómo no, la genética es la siguiente en aparecer. Y es que, desde 2010, tenemos mapas del genoma neandertal, permitiéndonos compararlo con el nuestro. No es fácil, hay lagunas, y no podemos asegurar una equiparación completa entre la genética y las características de ambas especies. Wong trae a colación declaraciones de John Hawks, de la Universidad de Wisconsin-Madison, resumidas en que "el principal problema de averiguar el funcionamiento del cerebro neandertal a partir de los genes reside en el gran desconocimiento que hay sobre el efecto de los diferentes genes en el pensamiento de nuestra propia especie". 

Así que tenemos las pistas craneales y las genéticas, pero ambas son preliminares. ¿Podemos dar un paso más y descubrir una nueva senda que mejore o complemente las anteriores? Sí, y es la vía de los restos arqueológicos. Nuevos estudios y dataciones, unidas a recientes hallazgos, colocan a los neandertales alto en la escala del uso de herramientas y lenguaje simbólico. Se ha comprobado cómo hay diferentes grados de evolución dentro de la especie y que los neandertales vivieron en comunidades de pocos individuos, pero las pruebas son irrefutables: han aparecido restos de pigmento líquido (quizás usado en pinturas murales y corporales), garras de aves rapaces usadas como adorno personal, enterramientos, herramientas para el curtido de la piel animal y grabados en paredes, de tipo simbólico. La misma alimentación ofrecería algunos datos a mayores, pues nos muestra la adaptación de la dieta neandertal a los recursos de la zona (no sólo cazaron grandes animales), tanto animal como fauna cocinada. 

El final del artículo mira a una gran cuestión aún no resuelta: ¿por qué se extinguieron los neandertales? Hoy día sabemos que hubo cruces entre ellos y Homo sapiens, de tal forma que parte de los humanos actuales podríamos llevar una pequeña cantidad en nuestro genoma. El sencillo diagrama de la página 44 nos dice que "El análisis del ADN recuperable en diversos fósiles de neandertales indica que estos homínimos se híbridaron con Homo sapiens después de que este último abandonase África" y señala la presencia de ADN neandertal entre el 1,5 y el 2,1% en parte de la población mundial (en principio, la autóctona africana no tendría rastros). También advierte que no todos conservamos los mismos fragmentos y que se estima que, de recuperar todo el que poseemos, se juntaría entre el 35 y el 70% del genoma neandertal. 

¿Qué se los llevó por delante? ¿Un clima adverso, baja adaptación a las florecientes comunidades de Homo sapiens, falta de recursos, agotamiento genético? La duda queda en el aire, pero también un feliz alumbramiento: que sapiens y neandertal compartieron territorio durante un largo período y el trato llegó a ser carnal. Esto nos lleva a olvidar o, al menos, a matizar posturas anteriores, donde se señalaba al sapiens como causa de extinción de su pariente lejano y al neandertal como un individuo tosco.


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Todas las fotos son capturas de pantalla del artículo original, publicado en castellano: https://enelmonturiol.files.wordpress.com/2015/11/la-mente-neandertal.pdf 
(Mayo 2015, InvestigacionyCiencia.es)

Kate Wong dispone de cuenta en Twitter: https://twitter.com/katewong

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