Peregrinación diocesana a Roma. 25-29 octubre de 2007
Selección de fotografías de nuestro paso por Roma. Acudimos a la Ciudad Eterna para la Beatificación de 498 mártires españoles.
Recupero esta
sencilla crónica desde Roma, antes de borrar mi álbum personal de la
experiencia. El caso es que pretendo una remodelación de mi página de
Flickr y este contenido, junto con
otros más, son eliminados para dejar espacio a mis intereses actaules.
De todas, por su interés histórico y como nota recordatorio, lo
recupero, junto con varias fotografías de todas las publicadas. El origen de estas líneas fue el interés de la página web del obispado de Ourense en cubrir el acontecimiento.
25 de octubre: el inicio del viaje
La realidad del martirio en la Iglesia no es algo nuevo sino que contamos con su presencia desde el mismo momento de su aparición. El modelo acabado del mártir es Cristo, Nuestro Señor: muere por todos y perdona a sus verdugos. Aquí vemos la grandeza del mártir cristiano, aquél que amando a Dios y su vida se entrega hasta el extremo por sus hermanos y por su fe. El mártir, más que héroe, es testigo del Amor.
La masiva beatificación del pasado domingo ha levantado polémicas, incluso dentro de la Iglesia. ¿Por qué? ¿Acaso no fueron los mártires los santos más venerados tras la Virgen María y los Apóstoles? Lástima de toda esta gente que apenas conoce nuestra historia y lanza piedras por lanzarlas, desconociendo el tejado sobre el que van a caer y el daño que producirán. Al tiempo, ¿no vemos cómo diversos grupos, también desde dentro de la Iglesia, quieren que se reconozcan a “sus” mártires? En fin…
En estos días, como antes no pude hacerlo, quisiera ir colocando aquí referencias a los mártires, a materiales y crónicas de esta semana pasada, de esta festiva celebración en Roma, de las posteriores Misas de Acción de gracias, de diversos materiales que nos ayuden a comprender el martirio “en cristiano” y a dejarnos interpelar por estos hermanos nuestros.
La masiva beatificación del pasado domingo ha levantado polémicas, incluso dentro de la Iglesia. ¿Por qué? ¿Acaso no fueron los mártires los santos más venerados tras la Virgen María y los Apóstoles? Lástima de toda esta gente que apenas conoce nuestra historia y lanza piedras por lanzarlas, desconociendo el tejado sobre el que van a caer y el daño que producirán. Al tiempo, ¿no vemos cómo diversos grupos, también desde dentro de la Iglesia, quieren que se reconozcan a “sus” mártires? En fin…
En estos días, como antes no pude hacerlo, quisiera ir colocando aquí referencias a los mártires, a materiales y crónicas de esta semana pasada, de esta festiva celebración en Roma, de las posteriores Misas de Acción de gracias, de diversos materiales que nos ayuden a comprender el martirio “en cristiano” y a dejarnos interpelar por estos hermanos nuestros.
Tras los preparativos, la marcha. A las 5 y media de la mañana salíamos
de la Alameda (Ourense) en autobús. Por el camino recogimos a dos grupos
de peregrinos que se sumaban a nosotros. Éramos ya 51 personas, con
nuestro Obispo, Don Luis, a la cabeza. Hubo tiempo de rezar, descansar y
conocernos.
A partir de aquí, viaje en avión. Primero desde Vigo a Barcelona. Allí, descenso y recogida de equipajes, volviendo a facturar. Desde la Ciudad Condal viajamos a la Eterna, cumpliendo bastante bien el horario establecido y sin mayores incidencias.
Roma nos recibió con una tarde gris y lluviosa. Menos mal que nuestro guía, Jorge, puso desde el inicio un toque de alegría y paz. A eso de las 5 ya estábamos camino del hotel. Luego, reparto de habitaciones, rezo en comunidad y cena. El descanso tendría que esperar pues comenzamos la noche romana con una visita rápida a la ciudad. Está visto, Roma no sólo despide luz de día…
A partir de aquí, viaje en avión. Primero desde Vigo a Barcelona. Allí, descenso y recogida de equipajes, volviendo a facturar. Desde la Ciudad Condal viajamos a la Eterna, cumpliendo bastante bien el horario establecido y sin mayores incidencias.
Roma nos recibió con una tarde gris y lluviosa. Menos mal que nuestro guía, Jorge, puso desde el inicio un toque de alegría y paz. A eso de las 5 ya estábamos camino del hotel. Luego, reparto de habitaciones, rezo en comunidad y cena. El descanso tendría que esperar pues comenzamos la noche romana con una visita rápida a la ciudad. Está visto, Roma no sólo despide luz de día…
26 de octubre: toma de contacto
A la mañana siguiente comenzamos con los madrugones. Y no era para menos: con tantos grupos de turistas y peregrinos había que cumplir unos horarios, de modo que pudiésemos visitar los lugares con cierta tranquilidad, tras desayunar en el hotel donde nos hospedábamos.
El
primer día ya hubimos de cambiar nuestros destinos, a causa de
manifestaciones delante de una de las Basílicas que pensábamos visitar.
Nos dirigimos, pues, a las catacumbas de S. Calixto, las mayores
descubiertas, con varios niveles de profundidad y una extensión cercana a
los 20 Kms, a las Basílicas de San Pablo Extramuros y San Pedro del
Vaticano, pasando aquí por las tumbas de los Papas (momento de especial
emoción, sobre todo al pasar cerca de los restos de Juan Pablo II y San
Pedro).
Por la tarde, con la visita reiniciada y sin problemas de embotellamiento, completamos lo planeado y celebramos la Misa en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat. Nos presidió nuestro Obispo, concelebrando los sacerdotes peregrinos junto a nuestro doctorando, Don José Joaquín. Al grupo de fieles se unieron los seminaristas diocesanos de Ourense que también visitaban la Urbe en compañía de los Legionarios de Cristo. La cena quedó a libre elección de los presentes.
Por la tarde, con la visita reiniciada y sin problemas de embotellamiento, completamos lo planeado y celebramos la Misa en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat. Nos presidió nuestro Obispo, concelebrando los sacerdotes peregrinos junto a nuestro doctorando, Don José Joaquín. Al grupo de fieles se unieron los seminaristas diocesanos de Ourense que también visitaban la Urbe en compañía de los Legionarios de Cristo. La cena quedó a libre elección de los presentes.
Pasó una noche, que a más de uno le pareció corta, y amanecimos al
segundo día. De nuevo subíamos al “bus de Giovanni”, nuestra casa
rodante, y rezábamos Laudes.
De Italia pasamos al Estado del
Vaticano, en concreto a la parroquia de Santa Ana. Allí celebramos la
Santa Misa, presidida por Monseñor Quinteiro. Esta oportunidad única fue
posible gracias al hermano Martín, natural de Abavides (Ourense) y
residente en la ciudad del Vaticano desde hace más de 30 años.
De seguido, emprendimos una excursión por la ruta de la “Roma barroca”. Edificios históricos y embajadas, calles y monumentos varios, fuentes y plazas bellísimas, la Basílica de S. Juan de Letrán,… kilómetros a pie para conocer y vivir la ciudad a ras de suelo, henchidos de una especial emoción.
A las horas de guía le siguieron horas libres para poder recorrer la ciudad al gusto de cada quien. Se ofreció la oportunidad de acudir a las celebraciones de acogida que se realizaron en San Pablo Extramuros. De nuevo, cena por cuenta del peregrino y retirada temprana al hotel. El destino de nuestra peregrinación estaba cerca…
28 de octubre: beatificación
A la alegría por el cambio de hora, que traía la posibilidad de poder disfrutar de una hora más de sueño, se unió la necesidad de levantarnos bien temprano: a las 5 y media de la mañana, para ser más exactos. No era un capricho, ya que a las ocho se abrían los accesos a San Pedro del Vaticano y debíamos estar allí lo más pronto posible. El lugar de asiento estaba en juego y no era cuestión de perder un buen punto de visión.
Mientras que los sacerdotes eran divididos en varios grupos y dos “visiones” distintas, nuestros hermanos peregrinos accedían a un excepcional lugar en la plaza de San Pedro, cercano al Obelisco central.
Llegábamos al momento cumbre de nuestro viaje y peregrinación: la celebración de la beatificación, presidida por el Cardenal Saraiva, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. Tras ella, el Angelus, dirigido por Su Santidad, Benedicto XVI. Lo hizo como todos los domingos, desde la ventana de sus aposentos. Y lo que muchos esperaron y cierta “leyenda urbana” decía no se cumplió: el Papa rezó el Angelus y se retiró, sin audiencia ni su presencia física más cercana a los fieles.
El plan establecido siguió adelante: comida y tarde libre, cena y recogida.
29 de octubre: fin y regreso
La noche volvió a ser corta y no sólo por la emoción sino porque volvimos a levantarnos a las 5 y media de nuevo. El último día queríamos pasarlo en la Basílica de San Pedro, celebrando la Misa de Acción de gracias, presidida por el Cardenal Secretario de Estado, Tarsicio Bertone.
Nuevos problemas: el cupo de sacerdotes concelebrantes estaba lleno y la gente se encontró con los asientos repletos. La mayor parte de los fieles buscó el mejor lugar posible en la Basílica y su exterior, donde estaban las pantallas gigantes del día anterior, que transmitieron la celebración al exterior. Un pequeño grupo disfrutó de los Museos Vaticanos.
A mediodía, recogida rápida hacia el aeropuerto y regreso a España. Dimos gracias a Dios por estos días y porque los diversos incidentes de la peregrinación no habían sido graves (el peor, el de una mujer que cayó. Tras una rápida atención y varios puntos pudo regresar con nosotros a España sin mayor problema). El viaje sólo nos deparó un pequeño retraso de avión y la risa incontenible de una azafata mientras nos explicaba cómo ponernos el chaleco salvavidas. Desde Vigo, vuelta en autobús a Ourense.
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