El libro se abre con una preciosa ilustración del balneario de Cortegada, cuya fotografía vemos como portada. Se trata de una construcción de 1937 y su historia, tanto del edificio como de la zona, sus habitantes, los diferentes balnearios y quienes los atendieron ocupa buena parte de la obra. Lástima que no haya mucho de lo que tirar a la hora de hablar de la prehistoria de Cortegada, quedando reducida a unas líneas donde se enumeran y sitúan dos petroglifos, ni de la época romana que poca más atención merece, con dos aras como referencia y la sospecha de una vía secundaria por la zona. Mucho más les ocupa la etimología de Cortegada, cuyo origen sitúan en el latín cortex, árboles con corteza, así que sería lugar con abundancia de árboles con corteza, con corcho. Ya en la página 85 descubriremos que esto se traduce en el gentilicio culto coricatenses y el vulgar cortegaos.
Cortegada en la época medieval ya
ocupará 5 páginas y solo la barca de la zona les llevará 7. Las
referencias de la época son los señores feudales y los monasterios, amén
de las pugnas de unos y otros por controlar más territorio. Como es
algo que ya he mencionado en mi blog, recogo el dato de algunas
divisiones, como la denominada Vestiaría, coto formado por O Rabiño,
Refoxos (cuyo priorato vio el levantamiento de la plebe contra los
cobros religiosos), Cortegada y parte de Valongo. También mentan el coto
redondo, cuyas poblaciones serían Meréns, Louredo y Poulo, señorío de
los Puga, con pazo en Louredo, por ejemplo. Estas y otras referencias se
ocupan del territorio, mas queda más que decir repecto de un móvil muy
sustancioso: la barca de Filgueira. En una zona con paso de personas,
ganados y frutos, la barca era fuente de riqueza, ya que se cobraba por atravesar el río Miño. Posteriormente, se construyó un puente, en época moderna, y, actualmente, un segundo,
quedando el viejo apenas con uso, aunque muchos lo hemos pasado varias veces,
tanto hace años como en tiempos recientes (incluso se grabó en la zona
una escena de una película, cuyo título no recuerdo). No era la única
barca de la zona, pero quizás sí la que más documentación generó, al
estar en continuos pleitos por causa de dueños y aforos.
La edad moderna ocupa una página y tiene el Catastro de Ensenada como referencia principal. De la página 31 a 45 se desgranan hechos de la historia moderna, que se queda a las puertas de la II República (tratada desde la página 47 a 51) y la Guerra Civil ( de la 53 a la 56), donde vemos pasar diferentes personalidades y asistimos a una nueva configuración del territorio a nivel administrativo y religioso. Por ejemplo, en 1853 se produce una reforma del mapa diocesano, donde se crean nuevas parroquias, como son san Juan de Louredo, santa María de Cortegada (ambas incluidas en san Benito do Rabiño) y san Martín de Zaparín, desgajada de san Breixo de Refoxos.
De aquí al final, el tema del balneario de Cortegada será un núcleo importante de información, seguido de distintas personalidades de la zona y un epílogo con recuerdos de un cortegao, lo que da un entrañable final al libro.
Un trabajo de síntesis documental, junto con breves aportes personales y bonitos recuerdos al inicio y fin del libro que muestran un posible camino a seguir para otras obras. También deja entrever posibilidades de cara a nuevas ediciones, como la introducción de fotografías antiguas, la inclusión de datos (y fotos) de más pueblos del ayuntamiento y un acercamiento al terreno y sus gentes, de modo que el contenido se enriquezca con las historias de los mayores y nuevos descubrimientos de los jóvenes.
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