Es titular es atractivo y el tema se ha debatido más de una vez, pues por coincidencia temporal, esenios y Juan el Bautista compartieron territorio e historia, pero, claro, las diferencias son bien palpables. Por eso doy lectura al artículo "¿Fue Juan Bautista un esenio de Qumrán?", escrito por Mariela Martínez Higueras, presente en la revista Reseña Bíblica, n. 125, desde la página 22 a la 31.
La autora nos pone en contexto, pues no podemos pensar el judaísmo de entonces desde los parámetros actuales, sino descubrir el mundo del helenismo tardío (s. II a.C.) y la dominación romana (I a.C a I d.C.), con su dinamismo y diferentes propuestas religiosas. Un poco como pasa hoy con el cristianismo, que o podemos identificar con la Iglesia católica, pero que conoce un buen número de confesiones diferenciables.
A seguir, reseña el inicio de los esenios, aunque echamos de menos que no nos los defina un poco. estos serían una escisión de judíos piadosísimos que deciden dejar la ciudad, romper con cualquiera relacionado con el Templo de Jerusalén y retirarse al desierto para estudiar la Ley con ahínco, vivir en comunidad y considerarse un resto fiel a Dios, en contraposición al resto de judíos. Más de un siglo después de su aparición, también en el desierto, Juan iniciará su predicación escatológica, es decir, avisando del próximo fin de este mundo, con la llegada de Dios o el Mesías anunciado por los profetas. Aunque hijo de una familia sacerdotal, Juan rompe lazos y sale en solitario a bautizar. Lo aparentemente similar de su discurso, la misma separación del resto de los judíos y el uso de agua para purificar, junto con el desierto, parece unirle a los esenios, pero las diferencias con ellos serán notables, por lo que siempre quedará la duda de si perteneció en algún momento a la secta y luego les abandonó o si continúa la antigua tradición de otros profetas austeros.¿Dónde podemos ver similitudes? La autora nos da tres temas: cierta cercanía geográfica, usar Is 40, 3 como referente y disponer de un ritual purificador con agua.
Respecto a la geografía no hay dudas en cuanto a los esenios, ya que los sitúa Plinio el Viejo y la arqueología en Khirbet Qumrán. Curiosamente, el Bautista no andaría lejos. Y es que la zona tiene fuertes connotaciones con el pasado, referido a los orígenes míticos del pueblo elegido de Israel, y hacia un futuro apocalíptico, siguiendo la estela del profeta Elías (2 Re 2, 4-11).
El texto de Is 40, 3 sirve a ambos para legitimar su actuación con palabras del Antiguo Testamento y hacerlo en un contexto donde las esperanzas mesiánicas alcanzaban cuotas de máxima aspiración. Sin embargo, los especialistas nos hacen en la cuenta de cierta desemejanza: los esenios usan un texto de la Biblia hebrea y los sinópticos la traducción griega, también llamada de los LXX, con un curioso matiz que se nos puede pasar por alto.
Finalmente, el tercer punto de posible unión es el uso de agua en rituales de purificación, cosa que no era desconocida fuera del judaísmo, pero que nos da para pensar en estos dos movimientos separados del común de la población judía. Para esenios y el Bautista, el agua se usa para purificar, siempre tras un cambio de vida, interior y exterior, pues el agua, por sí sola, solo limpia el cuerpo.
Tras los parecidos, Mariela Martínez pasa a las diferencias, mostrando estas a partir de la página 29. También son tres: Juan es un profeta solitario frente a los esenios, que son comunidad, los ritos de purificación divergen y, en tercer lugar, los mensajes salvíficos no se ofrecen por igual.
Juan es un profeta solitario, de ascética vida, al estilo de Elías, y no pide que le sigan, sino que ofrece su discurso y su peculiar bautismo. Esto no pasa en Qumrán, donde estrictas normas dibujan una comunidad que comparte bienes y comida.
El segundo punto son los rituales de purificación, donde el agua es un elemento central. Para Juan, usando agua viva, en movimiento, para los esenios, agua de lluvia contenida en depósitos y piscinas. Allí, lavándose ellos mismos, mientras que el Bautista es quien sumerge a los penitentes. Y un detalle final, que también separa a ambos investigados: Juan no establece más norma que el arrepentimiento y cambio de vida, bautizando personalmente, mientras que los esenios disponen de múltiples reglas y contemplan el baño ritual comunitario.
Finalmente, aunque detectemos mensajes salvíficos por ambos bandos, para Juan se da uno de amplio rango, abierto a todos, sin tiempos especiales de espera, mientras que en Qumrán hay reglas detalladas y escritos donde se afirma que solo los elegidos por Dios se salvarán y los elegidos formarán parte de la comunidad esenia.
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