martes, 25 de julio de 2023

Con Antonio y Viky, 24/07/2023

¡Qué gozada esta visita y el descubrimiento que nos deparó un paseo vespertino por tierras de Celanova! Con Antonio y Viky nos marcamos el reto de descubrir algún recuerdo y emplazamientos de la película dirigida por Pedro Olea, 'El bosque del lobo'. Datos sueltos del reciente homenaje al director nos dieron las pistas suficientes, junto al descubrimiento casual, realizado hace unos años ya, de una sencilla placa aún hoy situada en una de las calles más transitadas de la villa ourensana.

 


Bajo un cielo nublado que dejaba pasar el sol por momentos, disfrutando de temperaturas frescas para lo que estamos generalmente acostumbrados, emprendimos viaje hasta la iglesia parroquial de santa Baia, en el ayuntamiento de A Bola, limítrofe con Celanova. Llama la atención su cementerio, con sepulturas de diferente factura y adorno. Solo por esto ya valdría la pena volver con calma. Pero nosotros íbamos con ansia de responder a una pregunta: ¿fue aquí donde se filmó parte de la película 'El bosque del lobo'?

 


Desde hace tiempo yo tenía en la cabeza que sí, que ese lateral de la iglesia, que se ve nada más iniciar la bajada hasta la puerta de entrada, era uno que salía una o dos veces en el filme. Además de repasar las escenas, teníamos un magnífico documento esperándonos a la puerta del diestro: el cartel informativo que se colocó con motivo del OUFF 27, el pasado 2022. Gracias a su texto y una foto, quedaba claro que estábamos en el escenario correcto.

 



 

El segundo paso fue dirigirnos a la villa de san Rosendo. Gracias a su amplio aparcamiento a los pies del monasterio, pudimos encontrar pronto sitio y vislumbrar una de las joyas celanovesas: el  pequeño oratorio o capilla de san Miguel, levantado por orden del hermano de san Rosendo, Froila, rematado en el 942. Con cada amanecer equinocial, primavera y otoño, varios curiosos se aremolinan en la parte trasera para ver un curioso fenómeno, como es el paso de los primeros rayos del sol por los ventanucos, perfectamente alineados.

Enfilando la calle Emilia Pardo Bazán (¡segunda vez que nos la encontramos en nuestro camino, Antonio y Viky!), decidimos realizar dos visitas: a un grafiti moderno y una placa. Dos sencillas muestras urbanas que tienen su historia detrás: el grafiti recuerda otro, presente en la fachada del monasterio de san Salvador, que habla de una publicación única, 'Adiante'; la placa recuerda la filmación de 'El bosque del lobo' en determinada casa, además de homenajear al actor protagonista, José Luis López Vázquez.


Impresiona el edificio de piedra, con la plaza completamente libre de coches (¿Os acordáis cómo estaba hace unos años?). Y tuvimos la ventura de hallar la puerta de la iglesia abierta, franqueado el acceso a un espacio sacro donde el arte se despliega en un sinfín de imágenes y formas que llaman la atención de devotos y curiosos. Llegamos a la hora en que un joven sacerdote iniciaba la exposición del Santísimo para su adoración. Por respeto, no nos acercamos al altar, donde hallaríamos curiosidades como la presencia de una figura con gafitas o donde nos podríamos perder buscando santos y reliquias, elevando la vista a la cima de esa obra impresionante de Francisco de Castro Canseco. Sí nos perdimos en los vericuetos y figuras de los retablos laterales.

Lejos de ser un obstáculo, el que esta zona no se halle iluminada sino por la luz natural, creando ámbitos amplios de sombras y tinieblas, es una invitación a la calma y el susurro. Así, puede uno descubrir la silente presencia de un atormentado demonio, sufriendo bajo el pie del potente arcángel Miguel, o el calmo despliegue a lo largo de varias columnitas de múltiples cabecitas infantiles con alas.

También nos detuvimos un instante ante el san Juan bautista que encontramos nada más entrar por el lado izquierdo. Pronto surgieron las comparativas con las imágenes de san Juan de Louredo. Por ejemplo, tiene el de Celanova el dedo de la mano izquierda cara abajo, señalando a una oveja que oculta su cara con un definido giro de cuello. 


Pues las ovejas de Louredo muestran dos posturas: una gira su cuello para el bautista, que no le hace caso y su mirada se fija en el cielo, mientras extiende a lo alto tres dedos; la otra, sita en la pequeña imagen procesional, es de corte más estático, quedando cara el pueblo, acostada sobre el vientre. Pero, ¡ojo!, el dedo de la imagen del bautista apunta cara ella, estando su brazo flexionado y la mano en arco, con el índice extendido.

La visita continuó por el templo, por su zona de entrada, fijándonos en el imponente y calmo san Rosendo, en el coro central y el alto órgano.

Continuamos por el claustro, donde varias figuras nos fueron llamando la atención, conforme nos fijábamos. Así, al nada de entrar, flexionamos los cuellos para ver como desde el techo tres ángeles circundaban una imagen central. Todos se proyectaban, tridimensionalmente, cara el espectador.

 


Pero, ¿qué era aquello? Donde deberíamos encontrar un cuarto ángel, que cerraría la simetría cuadrangular, lo que veíamos era una cabeza surgiendo de la frondosa vegetación. ¡Cómo no iba a surgir la imagen cinematográfica de 'Amanece, que no es poco'! Recordamos entonces aquello de que a una vecina le había salido un hombre en su sembrado.

 

 

 

 

El paseo por la zona abierta del claustro deparó nuevas sorpresas. Así, la tremenda cantidad de monstruos que embellecían lo que son desagües pluviales, con detalles por todos los lados, incluidos genitales masculinos.


 

O la cantidad de relojes de sol que vimos. Cuatro en los cuatro lados, cada uno en la zona alta, en el centro de cada pared. Cada uno con características propias, imagino que para adaptarse a la particular localización y la incidencia de los rayos solares.

 



Una preciosa tarde de temperaturas suaves que nos posibilitaron un buen paseo por la villa y que bien puede repetirse en el futuro con quien guste.

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