Han sido estos días ocasión gozosa para la lectura de una publicación que, seguramente, pocos conozcan y aprecien. La misma se titula Catedral Viva y es un boletín oficioso y dinámico sobre la vida de la catedral y los canónigos. La conseguí gracias a las gestiones de Gema, guía turística encargada de la sede episcopal auriense, y la rápida y alegre busca del autor, el canónigo archivero don Miguel Ángel. Sabía yo de la publicación por alguna lectura años ha, en mis tiempos de estudio y voluntario en la biblioteca del Seminario Mayor de Ourense. Los números que me guardaron con celo son parte de la colección, en concreto, los siguientes:
5, julio 1998
6, octubre 1998
8, diciembre 1998
9, marzo 1999
10, junio 1999
11, noviembre 1999
20, julio 2001
21, octubre 2001
28, febrero 2002
31, abril de 2004
32, 2004 (sin definir mes)
Con el paso de los años, creció en número de páginas, en calidad de fotografía, en riqueza y ordenación de contenido. La 5 no tiene índice, lo compone 8 páginas y no hay numeración de las mismas. El 32 ya posee su índice, al final, las hojas interiores están numeradas, alcanzando el número de 156 y un marco decora toda la publicación. El formato siempre fue folio A3 doblado a la mitad.
Lo siempre la apodé, con todo cariño, el fanzine de la catedral. Y es que se convierte en todo un archivo al contener desde memorias de canónigos a recortes de prensa, pasando por copias de actas capitulares o de folletos de exposiciones. El ánimo que empuja a la escritura de tal boletín es el de dar noticia de la vida catedralicia, que no es solo un edificio más o menos monumental sino un referente diocesano, la primera iglesia, la sede episcopal. Las noticias acerca de la catedral, con sus obras, reformas, descubrimientos arqueológicos y devocionales, no agota lo que puede decirse. Espacio hay para quienes misan en ella y confiesan, mantiendo el pulso de una vida religiosa que no siempre brilla ni es conocida. El edificio tiene su importancia e historia pero no lo es todo. En él sirven a Dios con obras y rezos los canónigos. Ya no son curas dedicados en exclusiva a los oficios catedralicios pero siguen adelante con la obligación de celebraciones dignas y un especial acompañamiento al señor Obispo. No son tampoco aquellos prebendados de hace años que llegaban a plantarle cara al prelado si los intereses y decisiones iban en contra del sentir capitular. Historias hay en tal insigne cuerpo sacerdotal y si uno busca un poco seguro que disfruta conociéndoles un poco más. Hallará enfrentamientos con los fácticos poderes de obispos y alcaldes, con conspiraciones y obras santas calladas, quizás sabrá de dichos que ponen al chocolate como un manjar que les embelesaba el paladar y daba en el centro de la diana de sus gustos y costumbres en días de fiesta.
Los presentes números dan noticia de actividades actuales de los señores canónigos, tal como predicación de novenas (aquí y en tierras más o menos cercanas), redacción de artículos de investigación histórica, filosófica y teológica, dirección de Ejercicios Espirituales, publicaciones literarias... También les dan voz para que cuenten sus memorias y transmitan sus experiencias que tienen a la catedral como lugar de las mismas. Así sabremos de la existencia de una escuela o del grupo de acólitos que allí se formaban y actuaban en las celebraciones. No faltan algunos detalles de los encuentros de canónigos españoles. Y la voz del Obispo toma cuerpo tipográfico en más de una ocasión al recogerse predicaciones en la catedral o la Plaza Mayor.
Retazos de una memoria que algunos compartimos pero también mirada al pasado, a algunos documentos que yacen ahora en el Archivo catedralicio, descubrimientos de relicarios o piedras labradas, ecos de publicaciones donde la catedral o su Archivo tienen cierto protagonismo, listas de investigadores, sencillos y sentidos homenajes a donantes y amigos de la catedral. No falta, y lo considero de interés, el calendario litúrgico de las celebraciones importantes y seculares en sus altares. Hay fechas que revisten una solemnidad especial o devociones que visten de fiesta a la sede del Obispo y es menester recordarlas y publicarlas.
Gracias, don Miguel Ángel, por esta publicación, hoy finiquitada pero no por ello olvidada y quizás hasta deseada. Muchas gracias por ir estructurando, conservando y dando noticia de tantos ires y venires catedralicios. Usted homenajeó y dio gracias desde las páginas de Catedral Viva y hoy quiero yo darle las gracias a usted. Es una publicación que hoy conservo con cariño pero de la que seguiré hablando y prestaré. En vistas queda una donación de estos números a alguna institución que permita su consulta a más ourensanos. Pero esto ya es para otra entrada, jeje.
Yo les dejo aquí unas fotos de la misma. Ya ven que es sencilla, en blanco y negro, humilde pero rica en contenido. Quizás la puedan pedir en el Archivo catedral para su consulta, quizás en el Histórico Diocesano o la Biblioteca del Seminario, no lo sé. Pero, si pueden, pregunten por ella.
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