(Anteriormente...)
Una vez más vemos a la banda tocando durante el clip. Es algo que me gusta. Y es que son músicos, no actores, así que es maravilloso poder disfrutar de alguna forma de la caña que pueden manifestar en la ejecución del tema. La música lleva rostros asociados y me parece genial poder verlos en acción, no solo interpretando un papel. También considero perfecto que la historia o las imágenes del clip sean un apoyo a la letra y la melodía. Esos vídeos donde la letra es una cosa y el vídeo es otra no me convence y me dispersa de lo esencial transmitido.
Una vez más vemos a la banda tocando durante el clip. Es algo que me gusta. Y es que son músicos, no actores, así que es maravilloso poder disfrutar de alguna forma de la caña que pueden manifestar en la ejecución del tema. La música lleva rostros asociados y me parece genial poder verlos en acción, no solo interpretando un papel. También considero perfecto que la historia o las imágenes del clip sean un apoyo a la letra y la melodía. Esos vídeos donde la letra es una cosa y el vídeo es otra no me convence y me dispersa de lo esencial transmitido.
En la letra de "Llegaré hasta ti" veo que hay un doble movimiento complementario: la estrofa lleva la carga predominante (que no exclusiva) de la reflexión y el estribillo la voluntad. ¿Y la acción? El ejercicio de reflexión-intención se cierra, o mejor, se abre a la acción, de modo que lo interior se manifiesta, lo oculto brilla, el cambio sublime de la conciencia y la dominación de los demonios lleva a la fortaleza del acto. ¿Y la acción se pierde en este tema? Pues no. Dos sencillas líneas que preceden a los dos estribillos son el resultado de lo anterior. Contención, detención, parecen verbos negativos, no por malos sino porque sugieren un alto. ¿Pero acaso no es ello un actuar? No solo se hace haciendo sino dejando de hacer. Y la decisión aquí, cuando la situación pinta chunga, es hacer un alto.
Ya san Ignacio recomendaba en sus Ejercicios Espirituales que no se tomen decisiones en tiempo de turbación. Y es la parada, el alto, la manera de cambiar la propia vida. Si queremos hacernos eco de una antigua palabra que san Pablo usaba y que se vuelve concepto más o menos popular en actuales predicaciones y artículos teológicos, hablaremos de metanoia, de giro en la mentalidad, de cambio y transformación, de alto en el camino y media vuelta, ofreciendo a la existencia un horizonte distinto.
Es también herencia de la antigüedad ver el corazón como sede de la voluntad, no solo de ciertos sentimientos, y hasta centro rector de nuestro ser y vivir. Incluso lo señalamos cuando queremos decir quienes somos a alguien que no comprende nuestro idioma. Lo consideramos sede de nuestra identidad y decimos que se rompe cuando parte de quienes somos se fragmenta. Bien, en el vídeo sale la carta de un corazón pero no tiene nada que ver con este corazón que digo sino con la vida. Es una parte de un par: corazón-calavera, y su significado se une a la existencia del ser blanco. Podríamos forzarle un tanto a decir que es vida y es conciencia y es sede de una voluntad de vivir. Pero es que hay otro símbolo que aparece de forma brillante unas cuantas veces y allí reside una profundidad mayor que la expresada en la carta. Es más, tal símbolo es el primero de los dos usados de la misma forma y acompaña a la aparición de la carta mentada antes. Es el símbolo del triángulo invertido.
Tal triángulo es visto, no siempre, como reflejo, en pequeño de un triángulo normal, con la parte picuda en el estadio superior. Aquí el pico está en el inferior. ¿Algo negativo? Para nada. Es el símbolo del corazón. Asimilado y alternativo a este es reflejo del cáliz, el santo Grial o la cueva. Para el vídeo le aplico el del corazón y la cueva. No es una formación natural, de acuerdo, más parecen pasillos de hormigón armado, pero el significado que transmite es el mismo: introvertido, veo mi vida fragmentada, entre pasadizos de duro material van las potencias de vida y muerte por caminos separados y mis fuerzas se resienten. Pero he aquí que desde el resguardo, el silencio y la oscuridad de la cueva-corazón, releo mi existencia y sus potencialidades y encauzo mi ser partido en dos a una nueva realidad. Desenmascaro y acepto sus naturalezas complementarias, aunque opuestas, y las pongo ante mi, a cara descubierta. No se ve en el clip una salida pero no cuesta mucho pensar que esta está frente a la doble-una figura del final, cuando la corona hace su aparición y unifica el mundo alterado de las cartas que antes volaban caóticamente.
El otro símbolo luminoso y del mismo estilo que este es el del círculo. El círculo lo veo como una expansión del punto. Es el punto que se abre y crece. En alguna simbología es la figura del iniciado, del aprendiz que ha de aceptar un conocimiento y recorrer un camino de amplitud, sin quedar encerrado en la pequeñez del punto aislado. Si la letra nos habla de reflexión, o experiencia de la que se saca un conocimiento, y de acción, el círculo complementa al triángulo invertido: tras pasar por el cáliz del sufrimiento, tras bajar al corazón, después de vivir la soledad de la cueva, aprendo, amplío mi mirada, me abro, salgo de mí mismo.
Hay ya un cambio positivo respecto de un tema anterior, que me encanta, como es "Levitar". Aquí ya hay decisión, voluntad, ya no queda solo la duda sino que hay un dinamismo que aprovechar. Del hiperbóreo camino imaginado se pasa a la polvorienta senda que tocan los pies. La contención y la sinceridad son bastones adecuados para retomar el paso firme de la tierra y sus hijos.
Hay un cambio, lo dice muy bien el estribillo: "A pesar de lo que ya no es". Permanece la persona, cambia la conducta, quizás los principios incluso. Hay sabiduría aprovechable, no solo catarsis curativa, que por algo el disco se titula "Universal".
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