jueves, 8 de octubre de 2020

'El demonio ¿realidad o mito?', J. A. Sayés (notas)

Cuando me preguntan acerca de algún libro sobre el demonio suelo recomendar leer este. En 7 capítulos, 180 páginas, sintetiza datos culturales sobre el demonio, datos de la Biblia y la tradición, además de un repaso al magisterio de la Iglesia actual. También hay referencias al tema de la infestación y la posesión demoníaca. Pero el tono de la obra es teológico y se mueve siempre en el marco de la doctrina católica, distinguiendo siempre lo que es de fe y lo que es especulación teológica. Venga, vamos a pegarle un ojito a 'El demonio  ¿realidad o mito?', J. A. Sayés, EDICEP, primera edición, mayo 2008.

Libro teológico, que buscar conocer qué dice la revelación cristiana sobre el demonio. La síntesis es que se trata del enemigo del Reino de Dios y amenaza nuestra salvación. Es una figura accesoria, no central, aunque sí importante, tal como recuerda san Pablo al hablar de su lucha sobrenatural contra poderes subrehumanos. Pero la Iglesia poco habla del demonio, quedando por el camino los temas de la gracia, redención e infierno. Ya que existe una jerarquía y unión entre todos los dogmas, toca buscar qué hay sobre el demonio y presentarlo a la sociedad, especialmente a los jóvenes y cuantos sufren males.

J. Jeremias, 'Teología del Nuevo Testamento', 1974

Comenzando por las culturas cercanas a la hebrea, el autor señala parecidos y diferencias, sintetizando el sentir de Mesopotamia, Babilonia, Irán, Grecia... para, a continuación, seguir la pista de los escasos textos del Antiguo Testamento (A.T.) sobre los demonios. Hay que recordar que son textos de tiempos y tradiciones diferentes, aunque puedan arriesgarse algunas conclusiones: que el A.T. no está especialmente interesado en ellos, sino en Dios, que son sus criaturas, se dedican a la tentación, se oponen al ser humano y su felicidad.

Un apartado brevísimo presenta la demonología presente en la literatura intertestamentaria: en Qumrán se creía que Dios había creado dos espíritus poderosos, uno para el mal y otro para el bien, con sus legiones angélicas. En el primer Libro de Henoc ya se da una demonología con jerarquía, nombres y hasta historias de los demonios, como que doscientos ángeles fornicaron con mujeres y estas dieron a luz a gigantes. Estos enseñaron a los hombres la magia y la superstición. También aparece una idea conocida en Qumrán: al final de los tiempos el bien vence. En el apócrifo 'Vida de Adán y Eva' se lee que el demonio se apartó de Dios por no querer adorar al hombre. Esta negativa fue secundada por más demonios.

José Rivera. José María Iraburu. Síntesis de espiritualidad católica, 2003

El primer párrafo del capítulo 2 es una síntesis de lo que expondrá en las páginas siguientes: que al Nuevo Testamento (N.T.) no le interesa ofrecer una demonología determinada, sino la buena noticia de la salvación, una soteriología, y no teórica, sino encarnada en Cristo, el más fuerte, el mensaje y mensajero. Los evangelios dan por hecho que el demonio existe, que es personal, que tiene poder y actúa en el mundo, que es enemigo del Reino de Dios, que se le puede vencer y tiene los días contados. El mismo demonio se enfrenta a Cristo, le tienta a Él y los suyos. Y Jesús no le anda a la zaga, manifestando en las curaciones y exorcismos que Dios se hace presente. Interesante el apartado dedicado a estas dos acciones donde se distinguen textos que hacen referencia a enfermedades, textos donde no está claro si es enfermedad natural o producida por una influencia demoníaca y textos donde Jesús se dirige al demonio personalmente, para exorcizarlo. También es interesante la referencia al final del Padre Nuestro y su estudio lingüístico, con la posibilidad de doble traducción.

Santos Sabugal, 'La oración del Señor', 1985

San Pablo y el Apocalipsis siguen en la misma línea, usando especialmente el nombre de Satanás para designar al demonio. No se paran a definirlo ni indagar en su biografía angélica, sino que lo ven como un poderoso ser espiritual personal, con capacidad para tentar y actuar de modo sensible, enemigo de Cristo y el Reino, vencido por Cristo, con los días contados, temible aún, pero vencible.

Estas ideas perviven en los Padres y cristianos contemporáneos, cuyas ideas se sintetizan en el capítulo 3. Pero el demonio y los ángeles malos son tema de reflexión, escritos y vida cristiana, pues hay que lidiar con ellos, sobre todo si eres asceta o persigues una vida cristiana de virtud heroica. La fuente básica de estudio es la Biblia, pero también los apócrifos y los filósofos del momento. Hay espacio para la especulación y la confrontación: el demonio es un ángel, una poderosa voluntad personal espiritual, creado bueno, pero opuesto ahora a Dios (se dan como motivos de caída o pecado la lujuria, la envidia y el orgullo), su condena es definitiva (adiós a la apokatástasis de  ) y se dedica a tentar a la humanidad para apartarla del creador y su plan de redención. Algunos hablan incluso de los derechos del demonio sobre la humanidad, pero siempre queda Cristo como el que tiene la última palabra, el vindicador ante el Juez, el que paga para arrebatar al demonio sus esclavos, el abogado en pro del bautizado.

Continuará...

Nota: los textos que acompañan la entrada pertenecen a diferentes obras mencionadas en el libro de Sayés.

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