Vistazo al fanzine 'El buque maldito', n. 27
El pasado 2019 ha sido una gozada en cuanto pude disfrutar de variados fanzines españoles actuales, amén de algunos números del internacional 'Cineficción' (no dejen de escucharles en su canal de YouTube).
Uno de los que pude pedir se intitula 'El buque maldito'. Como no conozco su historia no puedo aventurar más que la hipótesis de que estamos ante un bonito homenaje a la película homónima de Amando de Ossorio. Forma parte de la saga de los templarios ciegos, un curioso y original "monstruo" salido de las manos del realizador coruñés. 'El buque maldito' fue la tercera entrega, llevando a los templarios a alta mar, como navegantes de un fantasmagórico barco rodeado de sempiterna niebla. Un título donde los supervivientes espantan a las momias andantes con crucifijo e imprecaciones, mientras intentan librarse definitivamente de ellos hundiendo sus ataúdes bajo metros de agua. Sí, tal cual pasa en la actual miniserie 'Drácula', producida por Netflix, en su segunda entrega.
El fanzine se presenta con su exterior a todo color y sus páginas interiores en blanco y negro, con texto a doble columna por página y el mismo tipo de letra para todos sus artículos. Se acompaña de algunas fotografías. ¿Resultado? Lectura ágil, presentación formal y austera, textos directos que, al mismo tiempo, te hacen pedir más y más líneas, sin solución de continuidad, hasta que llegas al final con una sonrisa de empacho y satisfacción. Una muy efectiva sencillez en las formas del texto, con llamativas cubiertas coloridas. El número 27 está fechado en julio de 2017 y cuenta en su portada con un póster de la ossoriana 'La noche del terror ciego', con contraportada de tres simpáticas, y sangrientas, cabezas sacadas de 'Apocalipsis caníbal'.
¡Empezamos muy bien! Las páginas numeradas nos llevan a la treintena y su contenido es una alternancia de entrevistas y artículos sobre películas que, como nos advierte el editorial, "Cintas que abarcan tres décadas de fantástico y que a continuación recuperamos ¡y reivindicamos!" La primera entrevista se la realizan a Bernard Seray, modelo internacional y actor, cuya carrera comienza de la mano de Ignacio F. Iquino, con 'Los violadores del amanecer' (1978). La anécdota es que el director era miembro de un jurado para elegir una miss y el futuro actor era un invitado a la fiesta. A partir de ahí vamos conociendo su recorrido en el cine a lo largo de once años. Con el final de los ochenta abandona y se dedica al teatro, sin haber regresado por sus fueros al no haberle ofrecido nadie algo de enjundia. La primera película que reivindican es la dirigida por Adolfo Marsillach, 'Flor de santidad', una adaptación de la obra literaria homónima, escrita por Valle Inclán y publicada en 1904. Fue rodada en Galicia a lo largo de agosto de 1972, producida en Madrid y estrenada al año siguiente, tras pasar por la severa Censura y la necesidad de hasta tres doblajes consecutivos. El resultado fue una crítica desastrosa, el abandono del director novel de cualquier proyecto futuro y la etiqueta de película maldita.
Lone Fleming ocupa cuatro páginas que, de cuando en cuando, repaso. Al haberla conocido puedo ponerle cara y voz a estas palabras. Nos cuenta cómo Amando de Ossorio le mostraba sus dibujos para 'La noche del terror ciego' (1971); cómo estaba a punto de volver a Dinamarca, pero se quedó en España gracias a su papel en 'La última señora Anderson' (1970) y, de paso, conoció a quien es su marido, el director Eugenio Martín; repasa sus intervenciones en el cine de género durante los setenta, el parón en la década siguiente y su realce a partir de su entrada en Facebook. Por el camino van quedando anécdotas de las filmaciones, detalles de su obra artística y los reencuentros y nuevos proyectos dentro del cine. Así, narra con emoción su relación con Marian Salgado, Loreta Tovar y Sandra Aberti, adelantándonos algunas ideas de lo que hoy es una realidad: haber dirigido su primer corto, 'La virgen descalza' (2019). En la entrevista anterior, Lone habla de su participación en 'Sexy Cat' (1972), recordando con gusto a su director, Julio Pérez Tabernero: "Tabernero también era muy majo. Recuerdo grandes charlas con él sobe el vino, ¡¡los dos éramos muy amantes del vino!! [risas]. Era un pequeño papel el que tenía en Sexycat, pero muy entrañable." (p 11).
Precisamente, esa es la película que se reivindica a continuación, en un artículo enjundioso de José Luis Salvador, con una conclusión que se inicia así: "Todo ellos propicia que Sexy Cat acabe resultando un título más atractivo por lo que sus ingredientes prometen que por lo que sus valores cinematográficos arrojan" (p 16). Se rompe la continuidad para introducir un nuevo título: 'Los escondites' (1969), dirigida por Jesús Yagüe. Parece tratarse de un título poco conocido y menos estudiado, cuyo título iba a ser el poético 'Esa lágrima que taladró el tiempo'. Una casa que semeja encantada, un niño vinculado a sus padres muertos, una tía de existencia cuasi espectral... Si te llama la atención no dejes de ver si queda alguna copia en Vial of delicatessens.
Al director de tal curiosidad lo entrevistan en las páginas que siguen y no podemos por menos que valorar que la cinta haya salido en formato DVD porque en su momento fue secuestrada, estrenada años más tarde en medio de algarabías y, finalmente, olvidada. ¡Para una vez que la Censura no le hace caso ni cortes a un título de la época! La recta final de este 'Buque maldito' #27 la trazan la película 'Muertos y enterrados' (1981) y la entrevista a su director, Gary Sherman. La esencia de la película "bien podría resumirse en que se trata de un ejemplo de terror de Serie B de los que poblaron las estanterías de videoclub durante las décadas de 1980 y 1990, el cual el tiempo ha logrado poner en su lugar como título clave de la cinematografía de horror contemporánea" (p 24). Sherman recuerda el impacto que supuso la figura de Vicent Price y la película que fue a ver al cine con su hermano, 'Los crímenes del museo de cera', de André De Toth.¿Y no hay más? Cachis, ¡pues no!, habrá que pillarse otro número y continuar disfrutando.
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