lunes, 21 de marzo de 2016

El Vengador Tóxico, IV. Ciudadano Toxie.

A estas alturas de visionado y comentarios divulgativos sigo sin ver que alguien haya hecho caso de mi llamada a una nueva película de este deforme y majo héroe. ¿A qué esperan? ¿A hacerle la cirugía? Por favor, si parte de su chiste es su cara deforme. Y no olvidemos esos restos chamuscados del vestidito con el que fue a caer a un bidón de residuos tóxicos radiactivos. Toxie al poder, majetes, armamentado con su fregona y sus tromatones, haciendo el bien y sirviendo a la comunidad.


La cosa empezó entre los creadores de Troma,  Michael Herz y Lloyd Kaufman, siendo ambos directores de las dos primeras entregas y repartiendo las siguientes entre ellos, dirigiendo uno cada una. La tercera cayó en manos de Herz y esta última entrega en las de Kaufman. Su idea fue volver al Toxie inicial y tirar de ahí como si las dos intermedias no existieran. De hecho, al inicio, piden perdón por esas dos entregas "de mierda". Rectificar es de sabio, ¿no? Pero tampoco había que pedir tantos perdones... al menos por la segunda.

... ¿Qué, la peli no la hacen, no?... Jolín, si en esta hasta participó Stan Lee... sí, hombre, como narrador... Lo dicho, había que traer a Toxie de vuelta a sus orígenes y en parte lo consiguen, dándole cancha al humor negro y zafio, el gore en cantidades importantes y devolviendo el nombre de la novia al original, Sarah... eeeeh, hasta que en un momento de la peli le llaman Claire... hasta que llegas a los créditos y te encuentras "Sarah/Claire". ¿Y dónde está su madre? La parte ecológica se la sacaron de la manga con la recomendación final de reciclar latas vacías y cristal, así que ya sabéis, niños, separar y reciclar. Ah, Stan Lee aparece en los créditos como Peter Parker y, en el tema de cameos, vemos al actor porno Ron Jeremy y a un Lemmy Kilmister resultón. Lo del sargento Kabukiman de la policía de Nueva York es tema aparte.


Sarah/Claire: Oh, Toxie, para mis ciegos ojos, tú eres el hombre más guapo del mundo... con diferencia.

Habían dejado tranquilo al amigo Toxie desde finales de los ochenta. Ahora se abría un nuevo milenio y le despiertan para una aventura donde jugamos con la existencia de universos paralelos y la posibilidad de viajar entre ellos. Las preocupaciones del Toxie de los ochenta acerca de la limpieza de su ciudad quedan en segundo término para primar una aventura donde el héroe ha de regresar de una dimensión paralela para poder atender a su novia embarazada. Ah, ella vuelve a ser ciega. Y se nos vuelve a contar la historia de Toxie por si acaso sufrimos pérdidas de memoria. Y hasta veremos escenas de la primera peli, aunque eso es también tema aparte.

En la escuela de educación muy especial se celebra el día de "invita a comer a un mexicano" y los alumnos se enfrentan al reto de la correcta pronunciación de una serie de fórmulas habladas y de etiqueta, además de al ataque de una banda sangrienta, vestida con pañales, que pide que traigan a la chica en bikini de la tele, so pena de matar a un disminuido psíquico cada media hora. Increíble descubrir la capacidad del Vengador Tóxico, que se muta en ella para sorprender a los malandrines. El problema es que estos vienen cargados de explosivos que se activan tras la muerte del líder. ¿Le importa eso a Toxie? Para nada, por eso se dedica a destripar al cabroncete, intentando luego volver a meter todas las vísceras en su cuerpo. Decisión fatal: la bomba se activa y solo tienen cinco segundos. 


Kabukiman (negativo): Este coche es americano. Cada vez que vuelan por los aires y se estrellan acaban explotando. ¡Salgamos de aquí!

Ya sabemos lo que pasa en una peli normal: que los segundos se alargan. Lo nunca visto es que cinco segundos den para eliminar a los criminales, buscar una salida para los supervivientes, irse a casa, embarazar a la parienta, volver, hablar con el compañero héroe, adobar la bomba con manteca de cacao y salir por piernas, revisando uno a uno los cadáveres en busca de alguien vivo. Todo pensado y controlado; hasta hay un momento en que respiramos aliviados viendo que la explosión ha sido contenida en el estómago del gordo "culo de manteca" pero la decisión inconsciente de una salidorra y su mechero cambia la escena y provoca la deflagración.


Toxie: Siento que hayas perdido el cuerpo.

Pompi: Tranquilo, feúcho. Duele pero hay cosas peores. ¿Sabes? Un negro en América se acostumbra a no tener ningún apoyo. Je, ahora tampoco tendré donde apoyarme. Je, jo, jo.

Salir de las ruinas de la escuela y descubrir que algo no va bien es uno. Huir de la policía, no encontrar su choza en el vertedero, no saber de su novia, poder escapar gracias a un sargento kabukiman que de policía mucho no tiene, reencontrarse con malandrines a los que antes despedazó... no, algo no cuadra. Como tampoco cuadra de, de golpe y porrazo, aparezca él con mechón de pelo y una N brillante colgada del cuello y siendo malo. Algo ha pasado aquí y no ha sido para bien.

En medio de estas confusiones y papeles dobles que te hacen pensar que alguien está sufriendo un mal sueño, descubrimos que Sarah está embarazada. Voy a ahorrar los detalles por los cuales resulta estar embarazada de dos padres distintos, cuando realmente lo está de tres. Pero el caso es que se le diagnostica la existencia de dos fetos en lucha que podrían acabar con la madre. ¿Solución? O abortar o explotar. La lucha de los fetos alcanza proporciones épicas cuando vemos que se zoscan con sus propias fregonas, distinguibles por el color. Cómo no, roja para el malo. Eso dentro de Sarah porque fuera, en la ciudad, hemos descubierto el petate: debido a la explosión, Toxie se ha visto lanzado a una dimensión paralela desde la que ha llegado su versión maligna, Noxie. Así, Tromaville es azotada por la maldad de cierto agente de la ley y Noxie, mientras nuestro héroe y un par de disminuidos salvados por él, vagan por la ciudad paralela, Amortville.

 
Profesor: Te estás olvidando de una cosa: yo soy un hombre de ciencia. Cuando digo "vámonos de aquí" me refiero "de esta dimensión".

Menos mal que la ciencia sale en su rescate. Un científico locuelo, pero bien encaminado, ha donado su destrozado laboratorio y sus absurdas hipótesis a un colega. Este, tras sesudos estudios y raciocinios, descubre que es fácil pasar a la dimensión de Toxie. Solo ha de calzarse unos zapatos rojos, pensar en Tromaville y taconear tres veces. ¿Holaaaaaaaa? El pasaje a Oz era ya imposible, ¿no? El caso es que no acierta a la primera pero acabará afinando a la dimensión correcta. Menos mal, porque aparecer en medio del rodaje de una porno con un actor a punto de borrarte el cerito sexuarrrr del diodeno como que no mola. Pero tampoco mola que tu oponente, Noxie, te acabe agarrando por la espalda y decida hacerte lo mismo con su pene con ojos y boca. Toxie, literalmente, salva el culo y a Tromaville del mal.


Un final feliz con paritorio incluido, que por algo me la vi el día del padre. Finalmente, nace el bebé de Toxie pero... como en Star Wars, sucede que hay un segundo bebé con el que nadie contaba. ¿Cómo rayos aparece un segundo si ha sido vencido el malvado? ¿Por qué el sargento Kabukiman de la policía de Nueva York dice: qué guapo... oh, oh...? No se pierdan el horrible final con infecta revelación del ciudadano ejemplar Toxie, que Troma guarde en su memoria para siempre.

  

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