Sí, sí, sí, no solo Star Wars tiene un origen, también la saga del Vengador Tóxico comenzó un día de 1984, de la mano de lo fundadores de Troma, para goce del espectador y esperanza de Nueva Jersey. No sé tú, amigo, pero a partir de ahora, cuando me encuentre en peligro, miraré al horizonte. Si no sabes de qué hablo has de ver esta peli hasta el final y lo sabrás. Puede que allí, delante, veamos la silueta del monstruo héroe, de Toxie, el primer superhéroe de la pequeña ciudad de Tromaville y toda Nueva Jersey.
Cada año, millones de productos venenosos y sustancias químicas radiactivas se depositan en ciudades cercanas como Tromaville, la capital de los residuos tóxicos del mundo.
Hoy tocamos los inicios, el comienzo de la saga con altibajos que se abrió a productos varios como cómics, dibujos animados y pegatinas en chicles. Lo recuerdo en su serie de dibujos animados de la TVG, con su mensaje ecológico y su fregona peleona. Un bicho feo y verde que nos ayudaba a respetar la naturaleza y al que teníamos enfrente. Un héroe con todas las de la ley que, además, es educado, no suelta tacos y saluda a la gente efusivamente, siendo querido por la población... y hasta por el ejército.
Si estos días veíamos su evolución y sus peleas en Tromaville, Japón y Amortville, hoy le veremos nacer. Y es que no apareció de debajo de una piedra ni es fruto de complejos experimentos genéticos, no. Lo que estaba de moda en la época era lo radiactivo y químico. Aquí, en concreto, los residuos de la industria. Sustancias contaminantes que hacen de Tromaville capital mundial de vertidos, un vertedero al que muchos echan el ojo para engrandecerlo y seguir contaminando, aunque sea a un paso de las augas que vivifican la ciudad. Está visto que les importa un comino que suceda algo como lo que sucede en el vídeo Burguer man de los ZZ Top o que acaben apareciendo bichos mutantes, como en C.H.U.D, dirigida por Douglas Cheek. Y los que están metidos en el ajo son parte de la misma población tromavillesca.
Melvin, el chico tonto de la zona, el palurdo que se dedica a limpiar el gimnasio y que molesta a la población, aunque no por maldad sino por patosidad, es blanco de las maldades de un grupo de chicas y chicos. La cosa llega al extremo de vestirle con un tutú y convertirle en el hazmerreír del gimnasio. Melvin, desesperado y huyendo, se tira por una ventana, yendo a parar a un bidón de productos tóxicos que le queman. Corre ardiendo por la calle, entre risas y sustos de los presentes. Su misma madre no sabe lo que pasa. Y Melvin, el alelado sonriente, en el baño de su casa, se transforma en un bicho grande y deforme que no quiere ser visto.
De todas formas, corriendo por la ciudad, va zoscándole a cuanto malvado se encuentra y sacando las tripas y la vida a todos los corruptos y asesinos, sin distinción de edades y sexo. No se lo puede explicar, pero algo loco y ciego le impulsa a masacrar el mal, haciendo daño a los malos. Para él es un suplicio pero la población reacciona convirtiéndole en un monstruo héroe. Las pequeñas gentes de esta pequeña ciudad se alegra de tener a alguien que les defienda y proteja, arrancando el mal de raíz. Para Toxie es un dolor verse arrastrado por ese impulso que le lleva a la destrucción, aunque sea de un puñado de mala gente infecta.
La vida le sonríe de mano de una preciosa joven, Sarah, una ciega a la que él salva. Ella cree en él y quiere ya vivir para siempre a su lado y hacerle feliz. De hecho, veremos que la pareja se mantiene unida a lo largo de la saga. Y en estos humildes comienzos, su vivienda pasa del vertedero a una tienda de campaña. ¿Qué más hace falta cuando el amor lo es todo? Porque, sí, querido, esta es una historia de amor donde importa un pijo el físico y da igual que la enamorada ya venga ciega de atrás. Melvin es admitido sin miedo por su chica, incondicionalmente, y puede así hallar fuerzas para levantarse otro día, aunque el peso de las muertes que arrastra sea grande.
Sarah: Eres una buena persona. Tienes tantos músculos...
El mal se repone e intenta golpearle. Encarnado en el corrupto alcalde de Tromaville, mueve Roma con Santiago para tener a Toxie encañonado por la policía y el ejército. Pero el bien, como fuerza popular, se manifiesta en las buenas gentes que ven en el monstruo a su héroe local. Así, el alcalde se queda solo a la hora de disparar a Melvin... y a la hora de morir, eviscerado por este. Desde los machotes y zorronas jovencitos, pasando por la madura que esconde sus crímenes bajo capa de tranquila ciudadana, hasta el alcalde mamoncete, Melvin reparte estopa con sus puños sucios y su fregona en ristre.
Toxie, amparado por la población, defendido por su madre y amado por Sarah, sale victorioso y puede empezar una nueva vida en su ciudad renovada y limpia de malos. Es el inicio del Vengador Tóxico, de este ser deforme de talla y fuerza sobrehumanos que quizás, solo quizás, esté en el horizonte de nuestra mirada cuando nos hallemos en peligro.
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