miércoles, 13 de abril de 2016

Pollo Jurásico, de Jerry Calá.

Los 90, buena época para las parodias donde se entremezclaban varias películas y se conseguía un producto más o menos risible a base de gags, referencias y despiporre. De hecho, si no recuerdo mal, mi primera película en el cine fue una de ese estilo, cosa que siempre agradeceré a mi prima Eva, que fue una de las que me llevó. Era el 93 y la elección Hot Shots 2. De ese año fue Parque Jurásico pero tardé un tiempo en poder verla. Y lo que menos mal que no vi en su momento fue la del 94 que traigo como muestra a este escaparate de curiosidades y anotaciones personales. Titulada Pollo Jurásico, no dejes todavía la entrada, se levantó como la parodia italiana pergeñada a partir de la película que hizo molar y requetemolar a los dinosaurios. Tanto molaron que hasta tuvimos un ourensano que se fue a Qué apostamos a demostrar su sabiondez y gusto por los mundos terminados de forma catastrófica hace unos 64 millones de años. 


Desde pequeños, en forma de generalización, nos quedamos con que algunos dinosaurios pudieron sobrevivir y acabar en aves. La cosa llegaba a la idea generalizada de pensar que las gallinas de hoy son los velociraptores de ayer. Pues en la película lo que se plantea es qué fue antes, si el dinosaurio o la gallina, resultando el rico y cotidiano pollo vencedor en la contienda. De hecho, desde entonces lo único que han hecho es decrecer y volverse inofensivos. Lo único que no han perdido es la capacidad de fornicio (recordad el dicho que compara a prostitutas y gallinas).


Vladimiro: ¿Es usted la protagonista?

Azafata: No, tan solo hago un pequeño papel. Estoy ahora y otro más tarde, en la jungla.


Extraído el ADN de un sucio y rastrero bicho conservado desde el Cretácico hasta nuestros días, los científicos han logrado sacar varios especímenes de pollo antediluviano que campan a sus anchas en una isla. Divididos en secciones, se les amedrenta con técnicas de shock psicológico, mostrándole un pollo ensartado dando vueltas si se acercan demasiado a las verjas de seguridad. Ponerlos a ralla mediante el miedo, claro, que la electricidad va cara. Hasta allí llevan un gallo de combate, superviviente él, para lograr mejores especímenes.


Vladimiro: Disculpe, señorita. ¿Sabe, por casualidad, a quién pertenece este coche?
Policía: No. (Recibe dinero) ¿Liras italianas? No
V: ¿Dólares canadienses?
P: Sí, este coche es de Chicken Park.

El gallo que monta un pollo es normalito, peleón pero de talla normal. Y su paso por la pelea de gallos es puntual, como salida que se le ocurre al dueño, Vladimiro, para poder recuperarse de su tremenda pérdida: la de su granja de pollos. Imbuido de la popular idea de que la música clásica ayuda a los animales, ponía sus sones al servicio de su criadero, resultando unos animalitos la mar de majos y gruesotes. Pero hete aquí que un malvado enemigo, quizás saboteador de la competencia, le cambia la música y en lugar de Mozart suenan las notas agudas del Heavy Metal y el R´n´R, dando al traste con la producción entera al darse los pollos a la mala vida. Espera, ¿entera? No, entera no. Un resistente ejemplar sale adelante. Jo, el pollo tranquilo que sigue escuchando a... a Madonna, lo cual hace decir a un personaje que es un pollo religioso.

Ese pollo es el escogido por los dirigentes del Parque del Pollo en la Isla de los huevos podridos para sus experimentos de fecundación de los dinopollos. Escogido y raptado. Allá tendrá que ir el cariacontecido Vladimiro a reclamar lo que es suyo y de paso encontrar el amor. Eso si logra escapar con vida de las ansias fornicarias de un homopollo y de los picotazos de un pollosaurio cabreado. También se dará de bruces con el intento de los científicos de traer de vuelta a los grandes pollos a la Tierra, unos, y de completar un megaesqueleto de pollo dinosáurico en la entrada del complejo, por parte de otros dos. Suicidas intentos.
 
El cerebro de todo es el pequeño señor Huevos, hombre con familia que desea a una amante femenina con la cual no llega al placer total por desfase de medidas corporales. Y cualquiera le comprende cuando vemos a quien tiene por familia. Agárrate los machos, güey, que tras una vaharada de humo sale a la luz la vestida de negro Necrofilia. Sí, es el nombre de su esposa, encarnada por Rossy de Palma. Esposa oscura que alcanza las altas cotas del placer sexual con el visionado de operaciones y la ayuda de una cosa y una mano... mano que no es la suya, por cierto, y que va por libre. Sus hijos se llaman Hansel y Gretel y entre los cuatro, esposa, hijos y mano que va por libre, son la parodia de la Familia Addams. A todos intenta dejas atrás el señor Huevos cuando está para huir de la isla en busca de su amante.

Pero fuera del complejo donde Vladimiro ha encontrado el amor (de una mujer) y donde conocemos a la disfuncional familia de tarados, la lucha entre pollos jurásicos llega al clímax con dos representantes peleones: Chamo, el machopollo salido, y el homopollo Hibridus. ¿Y Jo? Jo, el pollo superviviente, ha logrado resistir en el complejo y estaba a punto de escapar con su dueño cuando es comido de repente por el que parece Hibridus, salido de la selva y vuelto a esconderse. El pobre Vladimiro, ante la falta de respuesta de su pollo lo muerde y pasa del lloro por su pasamiento a la alegría por lo rico que está.


Como tampoco hay mucho más a donde ir, el final de la película se resuelve en un naciente romance, en una presunta muerte, en la autodestrucción de las instalaciones debido a la activación de cierta mano que va por libre, sin  brazo que la regule, en una huida mediante helicóptero y en la amenaza de un final abierto al ver en primer plano un bichito entrañable que pía. Si decides huir de la Isla de los huevos podridos a primeras de cambio tampoco te pierdes mucho, la verdad. En Italia no llegó a estenarse en cines y cuando por fin se pasó al público fue por televisión y vídeo. Curiosamente, en España llegó a estrenarse en la gran pantalla y hay quien recuerda tanto la película como la campaña de promoción televisiva y cinéfila.

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