Es tradición familiar. Ya desde mis abuelos maternos vive en casa, con la ayuda de la tía de Bilbao. Me refiero al taco, al taco calendario del Sagrado Corazón, el calendario de los jesuitas, encargados de publicar la revista Mensajero. Con sus hojas, donde plasma el día en que vivimos (si te acuerdas de ir pasando sus hojitas), te ofrece en sencillas líneas los santos del día, algunas indicaciones litúrgicas, la posición lunar e incluso alguna ilustración. Pero, cuidado, esto solo por el anverso porque si le das la vuelta, el reverso consiste en un regalo de anécdotas, chistes, oraciones, reflexiones piadosas o puntos para la meditación.
Así, con el paso de los días te agarras a las celebraciones que son la luz cotidiana donde se desarrolla el Año Litúrgico. Y se te ofrece, en nada, en unas pocas líneas apretadas, un motivo para detenerte y redescubrirte, regustar el mundo y sus seres, un reánimo para mirar más alto y más profundo en tu seguimiento religioso o tu búsqueda espiritual. Es una nota para no olvidar que eres valioso y que la Luz que reflejas sigue activa y confía en seguir brillando en ti.
A veces podemos disponer en la mesita de noche u otro lugar accesible una lectura, ¿verdad? Pues esta es breve, enjundiosa y diaria. Un respaldo para todos los días, en diversos formatos, para tener al alcance de la mano y los ojos. Con tantas ofertas que se ofrecen como iluminadoras, esta cumple los requisitos de enseñarnos pero dejarnos la suficiente amplitud como para desarrollar lo leído, ponernos la miel en los labios y las ganas en los pies para la marcha de la jornada.
Un año más, se lo pillo a mi madre, pero en esta ocasión, un segundo me lo regalo para casa. Ahora, como acabo de descubrir, hasta lo hay con imán para poner en la puerta de la nevera.
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