Últimamente, se tira mucho de manipulación genética para crear monstruos y acabar con la humanidad, en cuanto a ficción se dice. Por eso está bien reabrir el cajón de los desastres para desempolvar otras posibilidades científicamente probables y que ahora no recuerdo haber visto desde Ultimátum a la Tierra, protagonizada por Keanu Reeves. Pozí, hoy tratamos con una niebla invisible de nanobots. Y lo hacemos de la mano de Jeff Carlson, en libro prestado por Claustroman. Hombre, uno que no es de zombis, macho. Bien.
El caso es que la contraportada de la edición en tapa dura de Minotauro os va a destripar ya muchas cosas de las que no te enterarías si fueses leyendo. Tendrías una mirada amplia cuando llegases al final del capítulo 12. Momento de la revelación: la invisible amenaza que está destrozando el mundo es un agente de ínfimo tamaño que iba a ser destinado a curar. Un nanobot, una máquina biológica formada por el ser humano para una misión específica. El problema es que el que vuela por el aire y mata al calor del cuerpo, es una maqueta, un prototipo que no está ni terminado para pruebas médicas.
Llegar a la vera del capítulo 13 supone haber recorrido unos cuantos kilómetros en busca de la supervivencia. Los que han logrado escapar del ataque invisible es, generalmente, porque han logrado vivir en montañas con alturas de más de 3000 metros. Esa es la barrera del nano, por encima de la cual muere. Bajo ese límite, la supervivencia se pone a prueba. La infección es posible pero no automática la muerte ya que se sabe que tarda unas horas en actuar en el cuerpo humano y que se puede dificultar la entrada del nanobot en el torrente sanguíneo. Incluso, tras ser infectado se puede vivir, subiendo por encima de los 3000 metros, si los daños no son mortales. Los orificios corporales y las heridas son una entrada apetecible para la máquina.
Así que la humanidad ha sido obligada a usar trajes con su propio abastecimiento de aire, ascender lo más que pueda para asegurarse calor, agua y comida o quedarse en el espacio. Porque no hay que hacer ciencia ficción para tener gente en el espacio. Basta solo pensar en los astronautas de la Estación Espacial Internacional. La novela sube a su altura para hacernos partícipes de las investigaciones y desventuras de los moradores espaciales. Sí, también hay poblaciones que viven en casas pero no es lo común y se trata de lugares elevados. Pero el autor prefiere los espacios amplios. Eso sí, la descripción de lugares cerrados y de las sensaciones de los trajes herméticos se te pega a la nariz. Al preferir lo abierto hace de lo cerrado laboratorio de descripciones claustrofóbicas y asquerosas.
La muerte no se ha quedado reducida al ser humano. Todo cuanto bicho de sangre caliente se precie ha quedado reducido a comida para insectos y animales de sangre fría. A estos, el nano o no les afecta o apenas lo hace, por la temperatura corporal y la falta de hemoglobina. Factores que, cuando menos, ralentizan al mortal prototipo o lo imposibilitan. Así que la comida escasea, las plantas se mueren por el ataque de insectos y termitas, la polinización es casi imposible y si no mueres por la mordedura de una serpiente te pueden atacar las hormigas en masa.
Los personajes se presentan y conocen pronto y trabajan en equipos o viven en communidades más o menos cooperativas. Como toda convivencia, saltarán problemas y discusiones. Y aunque la acción se centre en parte de los Estados Unidos de norteamérica, el vistazo al resto del mundo nos deja unas breves noticias. Siguen existiendo varios gobiernos, los ejércitos mermados tienen un amplio abanico de actuaciones y las rencillas raciales y conocidas hoy persisten. Así que sí, habrá notificación de ataques y quedaremos a las puertas de posibles acciones destinadas a la conquista de la cura y de un arma biológica que pueda usarse contra otras naciones.
La novela se lee bien, sacando algunos párrafos hacia el comienzo y alguno en las postrimerías. Hay ciertos saltos o información que se da al seguir leyendo pero que crean confusión. Por ejemplo, hay un momento en que un superviviente se encuentra con otra persona. No se dice nada y hay que pasar un par de párrafos para suponer que han reconocido al encontrado y le han integrado en su grupo de marcha.
La acción se centra en la supervivencia humana de unos grupos que viven más allá de la barrera de los 3000 metros y su encuentro con un hombre que ha logrado sobrevivir bajo ella durante un tiempo. La búsqueda de una cura es otro de los puntos fuertes, llegando a conseguirse un nuevo prototipo, esta vez, una vacuna contra el nano original. Y queda sobre el tapete la actuación de un grupo de científicos y militares dirigidos por un senador norteamericano.
Por aquello de saber un poco más, queda esta presentación del mismo escritor .
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