lunes, 16 de mayo de 2016

Cauces formativos en la Iglesia ourensana.

Es común la idea de que la Iglesia no forma sino para el servilismo y la superstición. Idea que no por ser muy compartida es real. Uno de los obstáculos no colocados a esta idea y su consiguiente mentalidad es el de la información y publicidad. No saldré de Ourense para poder hablar de una realidad cercana y comprobable. Intentaré un recorrido sencillo pero paseable para el católico y el interesado de a pie. 

La Iglesia que peregrina en Ourense es una realidad formativa que desea no solo afianzar conocimientos sino ponerlos al servicio del Reino, trayendo a la cotidianeidad la consciencia del Eterno. La formación de la que escribiré transmite saberes pero no quiere quedarse en ellos sino ser buen vehículo a la Sabiduría. Así, superando lo antedicho, la Iglesia desea y es capaz de performar con su formación, puede mover corazones y voluntades cara el Reino, descubriendo al viador que sus días son peldaños ascendentes a la eternidad. Claro, quien solo desee los conocimientos bien podrá aprovecharlos pero no disfrutará de su profundidad. Porque no solo se busca enseñar y compartir sino que se plantea la mistagogía, el ascenso a lo invisible desde lo visible, el descenso a lo nuestro profundo desde lo vivido y sentido en el día a día.

Una de las oportunidades formativas es la de los grupos bíblicos. Esta es la denominación común, a veces bien presentada al hablar de los grupos de lectura creyente de la Biblia. Son grupos públicos, generalmente parroquiales, nacidos en los albores del presente siglo XXI, bajo la bendición y ánimos episcopales de don Carlos Osoro. La idea es preciosa: tomar la Biblia y leerla con gusto y gozo, descubriéndola y alimentándose de ella. La dinámica transita entre lo personal y lo comunitario, pues supone un trabajo en soledad y otro en presencia de los hermanos. El material básico es la misma Palabra de Dios y los libros dedicados a su estudio publicados por Verbo Divino, los cuales se hallan muy fácil en la librería religiosa Betel, sita al lado de la Casa sacerdotal y la iglesia de santa Eufemia. Se pretende ayudar a una Lectio Divina, un estilo de leer y actuar la Palabra. Se lee un texto determinado, se reza, medita, se concreta en acciones, se comparte con los otros miembros del grupo. Formando una alianza de unos diez lectores puede uno afianzarse y progresar. Y no es necesario que el párroco esté siempre. Importante es mantener un ritmo y un estilo que nos ayuden a transitar por versículos y capítulos. La diócesis, al inicio de curso, convoca a los interesados a un cursillo en el Seminario Mayor y vuelve a reunirlos el último sábado de mayo en el santuario de los Milagros para clausurar el curso y rezar unidos en mayor número.

De reunión constante también es la Escuela de Liturgia. Aprovechando una sala anexa a la Casa Sacerdotal y con entrada por los jardinillos del padre Feijoo, tal escuela se reúne uno o dos martes por mes para profundizar en la celebración eclesial. Su interés es dar a conocer las distintas celebraciones en toda su profundidad y riqueza, comprendiéndolas, mostrando sus partes, quiénes las presiden, cómo se viven, qué símbolos y materias las definen... Se toma esta dimensión celebrativa de la Iglesia para desgranarla y conocerla en profundidad. Por eso los temas se toman con calma. Y se celebra en comunión. Antes de la Escuela, rezando juntos las Vísperas del martes correspondiente, por ejemplo. Los temas se reparten entre sacerdotes y laicos, primando formación y experiencia sobre títulos o ministerios. Actualmente, no sé pero hace años fue campo de precioso cultivo para laicos que ayudaban en las parroquias con celebraciones de la Palabra.

Si el gusto es el de una síntesis del corpus teológico y doctrinal, vale la pena el aprendizaje en el Instituto de Ciencias Religiosas San Martín. Allí se imparten las diversas asignaturas de la carrera de Ciencias Religiosas, con un amplio paseo por la Filosofía y, sobre todo, el bello mundo de la Teología. Con sus exámenes y pruebas, hasta puedes sacarte un título y todo. Aquí ya hablamos de cursos y de años de formación continua.

En ámbitos de tiempo más cortos y circunstanciales nos queda la Semana de Teología que, realizada en el Liceo, oferta tres tardes interesantes de formación mediante charlas y un colofón oracional en la catedral. Nace en los días finales de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y quiere ser un espacio de encuentro. Incluso, a la clausura oracional, se invitó a representantes de otras confesiones cristianas que nunca aparecieron. Estas charlas pivotan sobre un tema cada año y rematan en la catedral con el rezo de Vísperas y Misa, acariciando la fiesta de la conversión de san Pablo.

En esta propuesta circunstancial también han de conocerse los dos cursillos que se celebran en el Seminario Mayor de Ourense y son públicos. El primero, generalmente en septiembre, tiene por tema la presentación del curso de lectura creyente de la Biblia. Es una mañana dedicada a rezar y compartir materiales que deben acabar en las manos de los integrantes de los grupos bíblicos. Este cursillo, sintetizado, se lleva luego a las zonas que lo pidan, lo cual ocupa al equipo bíblico diocesano parte del mes de octubre. El otro cursillo en el Seminario suele ser en febrero, preparado con Cáritas, mostrando la preocupación social de Iglesia.

De ámbito diocesano y con varios días de charlas y encuentros, además de la preceptiva Misa dominical, es la Semana de la Familia, durante la cual se desplazan a las parroquias que lo pidan, uno o varios matrimonios paraar una charla y departir un rato con los parroquianos. Su clausura, a nivel formativo, es una charla pública, generalmente en una sala de conferencia céntrica.

Y hasta aquí algunos de los cauces formativos que la iglesia local propone. Porque hay más pero bien valen estos la pena para comenzar y cambiar de mentalidad y decires.

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