Es común la idea de que la Iglesia no
forma sino para el servilismo y la superstición. Idea que no por ser
muy compartida es real. Uno de los obstáculos no colocados a esta
idea y su consiguiente mentalidad es el de la información y
publicidad. No saldré de Ourense para poder hablar de una realidad
cercana y comprobable. Intentaré un recorrido sencillo pero paseable
para el católico y el interesado de a pie.
La Iglesia que peregrina en Ourense es
una realidad formativa que desea no solo afianzar conocimientos sino
ponerlos al servicio del Reino, trayendo a la cotidianeidad la
consciencia del Eterno. La formación de la que escribiré transmite
saberes pero no quiere quedarse en ellos sino ser buen vehículo a la
Sabiduría. Así, superando lo antedicho, la Iglesia desea y es capaz
de performar con su formación, puede mover corazones y voluntades
cara el Reino, descubriendo al viador que sus días son peldaños
ascendentes a la eternidad. Claro, quien solo desee los conocimientos
bien podrá aprovecharlos pero no disfrutará de su profundidad.
Porque no solo se busca enseñar y compartir sino que se plantea la
mistagogía, el ascenso a lo invisible desde lo visible, el descenso
a lo nuestro profundo desde lo vivido y sentido en el día a día.
Una de las oportunidades formativas es
la de los grupos bíblicos. Esta es la denominación común, a veces
bien presentada al hablar de los grupos de lectura creyente de la
Biblia. Son grupos públicos, generalmente parroquiales, nacidos en
los albores del presente siglo XXI, bajo la bendición y ánimos
episcopales de don Carlos Osoro. La idea es preciosa: tomar la Biblia
y leerla con gusto y gozo, descubriéndola y alimentándose de ella.
La dinámica transita entre lo personal y lo comunitario, pues supone
un trabajo en soledad y otro en presencia de los hermanos. El
material básico es la misma Palabra de Dios y los libros dedicados a
su estudio publicados por Verbo Divino, los cuales se hallan muy
fácil en la librería religiosa Betel, sita al lado de la Casa
sacerdotal y la iglesia de santa Eufemia. Se pretende ayudar a una
Lectio Divina, un estilo de leer y actuar la Palabra. Se lee un texto
determinado, se reza, medita, se concreta en acciones, se comparte
con los otros miembros del grupo. Formando una alianza de unos diez
lectores puede uno afianzarse y progresar. Y no es necesario que el
párroco esté siempre. Importante es mantener un ritmo y un estilo
que nos ayuden a transitar por versículos y capítulos. La diócesis,
al inicio de curso, convoca a los interesados a un cursillo en el
Seminario Mayor y vuelve a reunirlos el último sábado de mayo en el
santuario de los Milagros para clausurar el curso y rezar unidos en
mayor número.
De reunión constante también es la
Escuela de Liturgia. Aprovechando una sala anexa a la Casa Sacerdotal
y con entrada por los jardinillos del padre Feijoo, tal escuela se
reúne uno o dos martes por mes para profundizar en la celebración
eclesial. Su interés es dar a conocer las distintas celebraciones en
toda su profundidad y riqueza, comprendiéndolas, mostrando sus
partes, quiénes las presiden, cómo se viven, qué símbolos y
materias las definen... Se toma esta dimensión celebrativa de la
Iglesia para desgranarla y conocerla en profundidad. Por eso los
temas se toman con calma. Y se celebra en comunión. Antes de la
Escuela, rezando juntos las Vísperas del martes correspondiente, por
ejemplo. Los temas se reparten entre sacerdotes y laicos, primando
formación y experiencia sobre títulos o ministerios. Actualmente,
no sé pero hace años fue campo de precioso cultivo para laicos que
ayudaban en las parroquias con celebraciones de la Palabra.
Si el gusto es el de una síntesis del
corpus teológico y doctrinal, vale la pena el aprendizaje en el
Instituto de Ciencias Religiosas San Martín. Allí se imparten las
diversas asignaturas de la carrera de Ciencias Religiosas, con un
amplio paseo por la Filosofía y, sobre todo, el bello mundo de la
Teología. Con sus exámenes y pruebas, hasta puedes sacarte un
título y todo. Aquí ya hablamos de cursos y de años de formación
continua.
En ámbitos de tiempo más cortos y
circunstanciales nos queda la Semana de Teología que, realizada en
el Liceo, oferta tres tardes interesantes de formación mediante
charlas y un colofón oracional en la catedral. Nace en los días
finales de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y
quiere ser un espacio de encuentro. Incluso, a la clausura oracional,
se invitó a representantes de otras confesiones cristianas que nunca
aparecieron. Estas charlas pivotan sobre un tema cada año y rematan
en la catedral con el rezo de Vísperas y Misa, acariciando la
fiesta de la conversión de san Pablo.
En esta propuesta circunstancial
también han de conocerse los dos cursillos que se celebran en el
Seminario Mayor de Ourense y son públicos. El primero, generalmente
en septiembre, tiene por tema la presentación del curso de lectura
creyente de la Biblia. Es una mañana dedicada a rezar y compartir
materiales que deben acabar en las manos de los integrantes de los
grupos bíblicos. Este cursillo, sintetizado, se lleva luego a las
zonas que lo pidan, lo cual ocupa al equipo bíblico diocesano parte
del mes de octubre. El otro cursillo en el Seminario suele ser en
febrero, preparado con Cáritas, mostrando la preocupación social de
Iglesia.
De ámbito diocesano y con varios días
de charlas y encuentros, además de la preceptiva Misa dominical, es
la Semana de la Familia, durante la cual se desplazan a las
parroquias que lo pidan, uno o varios matrimonios paraar una charla y
departir un rato con los parroquianos. Su clausura, a nivel
formativo, es una charla pública, generalmente en una sala de
conferencia céntrica.
Y hasta aquí algunos de los cauces
formativos que la iglesia local propone. Porque hay más pero bien
valen estos la pena para comenzar y cambiar de mentalidad y decires.
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