Es práctica del padre Fortea colocar sus libros en una versión descargable, en pdf, de forma que su obra pueda ser leída y comentada sin obstáculos. No está toda pero sí una amplia propuesta de estudio, reflexión y ocio. Porque este sacerdote no se queda en el ejercico de la razón, la meditación y la escritura teológica sino que amplía su oferta literaria con un conjunto de novelas. ¿Buscas más? Tienes, entonces, su blog, con entradas diarias sobre gustos, lecturas, películas, fotos de gatos y propuestas de quedada. Toda una caja de sorpresas que bien vale la pena conocer. Sobre todo ahora que no aparece tanto en los medios de comunicación. Porque apareció bastante hace años. Y, por estar, hasta estuvo en cierto programa de humor de la televisión asturiana. Ah, y en una entrevista poco agraciada que se emitió en un canal generalista, antes de que en el mismo programa se entrevistase a una joven actriz porno española. Esto fue hace bien poco.
¿Por que salía entonces, sobre todo, en la tele? Por el tema de los exorcismos. Él cuenta que nunca lo tomó como algo exclusivo en su ministerio y que llegó a tratar a las personas que le traían sin pretenderlo. Sus deseos sacerdotales y práctica pastoral lo llevaban por otros senderos de santificación. Pero las peticiones aparecieron, los casos se multiplicaron y su voz se convirtió en autorizada ante el gran público. Aceptó los encargos de tratar con presuntos posesos y ayudó lo mejor que supo, comenzó estudios que afinasen su sensibilidad y cacidad de discernimiento, se rodeó de religiosas y fieles laicos que le ayudasen, ya en las sesiones de exorcismo ya con la oración. Incluso formó parte de una efímera comisión que el obispo de Alcalá de Henares conformara para abordar los casos y la práctica de este ministerio de sanación en la diócesis. Últimamente, ha seguido con sus estudios en Roma, con sus conferencias en distintos países y con su delicioso blog. A mayores, publica y regala libros.
Tuve la suerte de conocerle en la sacristía de la catedral de Alcalá y hablar un rato brevísimo con él antes de una ordenación sacerdotal. Un encanto de hombre. Y ahora suelo leer su blog, de forma periódica, y alguno de sus libros, ya en pdf ya comprándolo. En el Seminario de Ourense, hará unos 14 años, se le leía aunque sin igualar a otro exorcista, el padre Amorth, cuyo libro Habla un exorcista nos debimos de comprar y leer casi todos un curso.
El libro que presento es un pdf al que le tenía ganas desde que supe de su existencia. Si no recuerdo mal, pues no aparece en la obra, lo pensó como parte de su tesis doctoral pero abandonó tal idea por lo marginal y teórico de la materia.Comprender el origen de esta obra, leyéndola, se entiende mejor cuando repasamos prólogo y epílogo. Yo la leí de corrido y repasé, al terminar, su inicio y el fin. Nos da claves interesantes a la hora de comprender por qué ocupó parte de su valioso tiempo y esfuerzo en tratar la posibilidad de la existencia de almas perdidas, humanos que mueren sin aceptar plenamente a Dios ni rechazarle de canto. Recordemos que lo que aprendimos de nuestros mayores y sacerdotes es que las posibilidades post mortem son tres: Cielo, Infierno y Purgatorio. Incluimos limbo por si eres alguien mayor o te suena de algo, pues su discusión se trajo de nuevo a la teología gracias al papa Benedicto XVI. Si solo hay esto, ¿cómo va un sacerdote a meterse en el berenjenal de una nueva vía no contemplada por la Escritura y la Tradición? A nivel popular no es una idea tan extraña como podría parecer y no faltan instituciones, personas y publicaciones actuales que hablen de estos aparecidos. Un ejemplo es el Grupo Hepta.
El padre Fortea llega al tema por el año 2003, debido a ciertas revelaciones de posesos. Con el tiempo y las conversas, otros exorcistas y algunos laicos le hablarían de los mismos casos que él presenció. En concreto, posesos que no reaccionaban ni se comportaban como la gran mayoría. Decían ser las personalidades invasoras, al estar en trance tras comenzar los rezos oportunos, que no eran demonios sino difuntos que no hallaban el camino a la Luz, personas tristes que no acababan de arrepentirse de sus pecados pero que anhelaban a Dios. Ante las bendiciones, oraciones, aspersiones y comminaciones a decir la verdad, esas voces se mantenían en sus trece y no se iban. Las tornas cambiaban cuando el exorcista rezaba por ellas. La cosa es que eran capaces ellas también de rezar y al abandonar al poseído lo hacían con un suspiro y en calma, lejos de aparataje de los demonios, que suelen hacerlo gritando. Y estos no rezan o si rezan es a regañadientes y con rabia. El sorprendido exorcista español llevó el tema a la oración y lo habló con algunas personas de elevada vida espiritual. Todo parecía indicar que la experiencia era real, que algunos difuntos vagan por el mundo como tristes sombras desnortadas que viven lejos de Dios pero que no le han rechazado. Su tono es el de la tristeza y la forma de ayudarles es la oración y el consejo de que abandonen su pertinaz indecisión por el arrepentimiento firme del mal cometido y la declaración positiva de su fe en el Salvador.
El autor advierte del carácter hipotético y académico del libro pero es accesible a cualquier persona con ganas, calma y cierta formación. También es posible la selección de secciones para tener una visión más o menos clara del asunto y de la opinión del exorcista. Así, coger todas las introducciones, las conclusiones y las cuestiones complementarias informan debidamente del contenido total del escrito. Eso sí, los fundamentos y las razones aparecen claras y matizadas en las secciones intermedias a todo esto.
La cuestión aparece desde el mundo del exorcismo y el libro se plantea como una investigación teológica. ¿Cabe tal reflexión en el ámbito de la escatología católica? Nuestro autor sostiene que sí y que sería una aportación a mayores de lo que ya sabemos y nos revela la fe. Aquí es muy claro siempre al poner la fe y su depósito doctrinal como lo básico e irrenunciable. La hipótesis escrita que nos brinda se convertiría en un complemento, una adición, nunca un cambio o una negación de lo dicho por la Iglesia. De ahí que rastree los textos de la Palabra, de la Tradición, del magisterio petrino y de teólogos varios para conformar un tratado amplio pero no enfarragoso ni tan árido que se vuelva oscuro e inútil. Su investigación llega a las revelaciones privadas y algunos sucesos donde se involucra a santos como san Benito de Nursia y san Francisco de Asís. Personalmente, aplaudo su interés y esfuerzo. La expresión escrita me ha gustado y me ha dado para dos maravillosas tardes de lectura en calma.
Si tales almas penan en el mundo porque no han terminado de aceptar su vida y consecuencias a la luz de la misericordia y justicia divinas, están en proceso de iluminarse. Nosotros podríamos ayudarles con nuestros ánimos y oraciones. Claramente, nos encontraríamos ante excepciones a la regla pero estaríamos ayudando al prójimo. Los exorcistas tendrían la solución ante casos que les descoloca los papeles en su práctica ministerial. Y los fieles podríamos asombrarnos y alabar a Dios por intentar hasta lo indecible la salvación de sus hijos y criaturas.
Personalmente, deseo una revisión ortográfica y gramatical para redondear el texto y la adición de algunos casos más con los que se haya encontrado. Valoro positivamente la concisión de lo tratado, las exposiciones a favor y en contra de los argumentos que maneja, la cita de otros autores y la división en capítulos breves pero enjundiosos que dirigen la atención a lo esencial de la propuesta.
Poco más de cien páginas que se reparten entre su introducción, sus tres partes donde desde la experiencia se pasa a las fuentes de la doctrina para exponer la llamada hipótesis intermediacionista y el epílogo. En todo momento, el deseo de seguir en total comunión con la Iglesia, ofrecer lo dicho sobre los Novísimos en el depósito de la fe y ampliar el campo de lo teológicamente investigable. De forma especial nos introduciremos en lo dicho sobre el purgatorio, estado en el que podrían estar estas almas perdidas, región que ellas conocerían en su situación más cercana al infierno.
Si el Padre ahora no reconoce lo dicho en su libro es por presiones del Vaticano sin dudas
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