martes, 17 de mayo de 2016

Imperio 1. Cómics Star Wars.

Tres son las historias que conforman este volumen. Y tres los estilos en el dibujo. En cuanto a realismo, el estilo que más se disfruta es el de la segunda. Los guionistas son dos, Scott Allie para la primera y Paul Chadwick para las siguientes. La mayor cantidad de personal se concentra en la segunda y algunos repiten en la tercera. 

Los acontecimientos son contemporáneos a la batalla de Yavin y los personajes son variados, pisando tanto campo imperial como rebelde a lo largo de las 200 páginas, aprox., del volumen. Solo algunas páginas están numeradas, la mayoría no. Y los originales que traducen son titulados Star Wars: Empire, numerados 1-4, 8-10, 12, 15, publicados por Dark Horse. Esta versión española es de Planeta DeAgostini.

Traición, la primera historia, ya lo dice todo en su lacónico título. Una traición que se gesta en las entrañas del Imperio. Y que desencadenará una escalada de muertes entre los mismos conspiradores. Nada que deba extrañarnos cuando el mismo Vader tiene en mente la muerte de su maestro, como corresponde a todo buen Sith. Aquí los intrigantes son varios Moff deseosos de sacar el incipiente Imperio de las garras del Emperador. Aquellos no acaban de controlarlo o comprenderlo totalmente. Tampoco saben demasiado del culto Sith. Lo que sí saben es que el Senado tiene los días contados y su existencia es una figura que nada pinta ya ante el poder de Palpatine. La vida de los oficiales ya se sabe que ante Vader nada vale. Así que las cosas pintan mal en cuanto a hacerse con un hueco en el poder y sobrevivir a ello.


Si sabíamos que se organizaron atentados contra Vader por parte rebelde ahora toca ver si los sediciosos imperiales los pueden consumar. La idea es un doble atendo contra Vader y el Emperador, en una jugada maestra que aprovecha una misión que aleja a los dos Sith. La cabecilla de Moffs no mira desde la barrera sino que incluso se atreve a estar cerca de los objetivos a la hora del ataque... bueno, algunos, otros otean desde lugar seguro. Aunque sus intentos hayan quedado a un paso de dar en la diana, ya sabemos que ambos Sith sobreviven. No así algunos de los ejecutores, que son masacrados. Una vez más, las artes del Emperador le permiten vivir para ver la Estrella de la Muerte, un arma de proporciones masivas a la que irá Darth Vader no bien se reponga de la carnicería en el mismo Coruscant contra su maestro.

Para poder llegar tan lejos, sobre todo en la capital, se había dispuesto de una cantidad de soldados clon que estarían las órdenes de uno de los Moff conspiradores, a un paso de la Guardia Imperial y el Emperador. Recibirán una buena descarga de Fuerza, quedando sus cadáveres diseminados por la Sala de Palpatine. La muerte de alguno de los conspiradores va a correr a cargo de otro Moff, desvelando una subtrama. 

En las peripecias de Vader tendremos ocasión de ver cómo este sobrevive unos instantes al frío vacío espacial y, recuperado, a una manada de cazafortunas que le atacan para matarle. Curiosamente, Boba Fett está por allí y, en lugar de apuntar donde apuntan el resto de compadres de oficio, le ayuda a sobrevivir, matando él mismo a la competencia. Ya ves, muertes dentro de seres de la misma calaña, ya sean mercenarios ya sea imperial. La cosa termina con el envío de Vader a la Estrella de la Muerte.

La saga de Biggs Darklighter es el segundo título de los tres y nos lleva por la vida de un amigo de Luke Skywalker, nativo también de Tatooine, hombre que desea salir del desértico hogar que le vio crecer y sueña con una vida en el espacio. Las opciones son pocas y decide enrolarse en la Academia imperial, como tantos otros. Esfuerzo y dedicación le ponen en un lugar magnífico, pasando de piloto a primer oficial en el crucero de combate Rand Ecliptic.

Vida entregada la de los pilotos imperiales, con pocas paradas para festejar las metas conseguidas, por eso el momento de regresar al hogar se vive con intensidad, reuniendo a amigos y familiares. Reencuentro con Luke en su planeta natal, justo cuando se produce la captura de la princesa Leia sobre sus cabezas. 
 
Biggs regresa pronto al espacio, dejando atrás un padre que no comparte su oficio, reanimando a un Luke que desea irse pero que se siente ligado a la granja de humedad de su tío, sufriendo las ínfulas de un compañero que parece querer congraciarse con la oficialidad del crucero y medrar sobre él. Lo que no sabíamos hasta entonces y descubrimos tras una misión de vuelo que termina en masacre, es que Biggs y otros se reúnen a escondidas y planean deserción a favor de la Alianza. Lo que tardaremos un poco más en saber, también después de una breve aventurilla en el espacio a bordo e los TIE es que había otras células rebeldes en el mismo crucero. El que parecía un trepas, el oficial segundo Derek Klivian, se revela como otro cabecilla rebelde. Y, al final, todo un crucero imperial y varios TIE acaban como material rebelde.

Las naves paran poco en el hangar y se establece la misión de conseguir tanto alas X-Wing como unidades R2, misiones que darán pie a sus respectivas aventuras de pilotos y contrabandistas. Biggs estará en todas ellas y también Derek, llamando la atención que es un piloto que sufre una mutilación tras otra en sus salidas. Ello no es óbice para su entrega, hasta que una infección desconocida le lleva a la cama y al borde de la muerte. Antes de la salida que le pondrá en contacto de nuevo con Skywalker, Biggs investiga y se esfuerza por conseguir una planta yaviniana que cure el mal de su amigo. El ataque a la Estrella de la Muerte imposibilita que este buen hombre vea salir del hospital al que fue su compañero imperial pero lo deja como un héroe que protege las espaldas de Luke en su camino a un pequeño vano por el que se cuela la ardiente semilla de destrucción.


La última historia es la primera parte de algo mayor y se titula La breve y alegre vida de Roons Sewell. Este hombre fue un impulsor y general rebelde que ha muerto y al que se dedica unos minutos de recuerdo. No se dice la fecha pero sabemos el lugar: la luna Yavin 4. El general Dodonna es el encargado de presidir la celebración y dirigir una palabra de aliento a la asamblea. Fuera de este hombre no se ven conocidos y la concurrencia no es demasiada.

La arenga cuenta algunos detalles biográficos del fallecido que se intercalan con lo realmente vivido. Así, tenemos la versión del orador y un vistazo al atroz, por veces, pasado del que nadie sabe. No sabremos el lugar, ni siquiera el plante o el sistema natal de Sewell. Solo que es un chico de la calle que encuentra cierta paz en el teatro clásico. Sus emociones son un torbellino que se encauza sobre las tablas, mientras se lo permiten... porque llega un momento en que un edicto imperial lo censura a él, su obra y la compañía. Contra los soldados y su oficial carga con palabras y una silla pero nada consigue sino la destrucción prematura del escenario y la muerte de su amada.

Su arte, junto al dolor, le encaminan a una serie de atentados y robos, además de naves para salir con otros de su planeta y comenzar una guerra de guerrillas que finaliza, o conoce una nueva expresión con su entrada en la Alianza. Allí se le conocerá por su buen humor y su abnegación. 

La historia está bien traída, como un recuerdo a un importante líder caído, una pausa celebrativa en medio de los combates y la incertidumbre del futuro. El estilo narrativo va desde la calma a la acción trepidante, siempre en cortas historietas, donde discurso y pasado real se combinan, viendo nosotros más que los asistentes. El estilo combina el corte de las viñetas con personajes exteriores a ellas, dimensiones muy distintas en la misma página, viñetas que se solapan... Expresión de contrastes con un cuidado sombreado, sobre todo de personajes.

Para Imperio 2 vete AQUÍ, Imperio 3 (primera parte), AQUÍ.

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