
La primera entrega es la más breve de
todas y continúa la historia con la que se clausuraba el tomo
anterior. El general Jan Dodonna continúa con el acto de agradecido
recuerdo al difunto General Sewell. Ahora sabremos que entre estos dos
hombres existió una frenética relación militar, no siempre
coincidente en apreciaciones pero sí cargada de ánimos y
compañerismo. Se inicia con el rescate del mayor por parte del joven
(Sewell), la decisión conjunta de la construcción de la base
rebelde de Yavin 4 y las escamuzas contra el Imperio. También
asistimos a los cambios de mentalidad y el mutuo aprecio de ambos
soldados, uno queriendo formar una buena flota para atacar y el otro
deseando acción y acción en un entramado de guerra de guerrillas.
La que será la última misión de
Sewell se desarrolla en compañía de Dodonna. Atrapados en un campo
de asteroides vigilado por cazas TIE, se decide la resolución de la
situación con la salida al espacio de Sewell y dos naves no
tripuladas. Los imperiales muerden el anzuelo y persiguen al trío,
rebajando su número con académica precisión. Nada podrán hacer
los rebeldes para salvar a su general de los rayos mortales que
alcanzan su nave. Ni siquiera tendrán ocasión de recuperar su
cadáver, flotante y frío en medio de un campo de batalla que señala
un día funesto en la memoria de los rebeldes. Quedan sus palabras y
su ejemplo, con sus aciertos y errores, su buen humor y unas palabras
que enardecen a quienes lo escuchan, palabras que fueron las últimas
que pronunció en el teatro y quería que fuesen las últimas que sus
subalternos y amigos conocieran de él.

Salir del planeta no les cuesta
demasiado y por el camino deciden hacer una nueva parada, antes de
regresar a Alderaan, en el planeta Kattada. Allí conversan con la
cachonda líder, Mia Ikova, cuyos atributos y aparente
superficialidad esconden a una aliada en la lucha contra el Imperio.
Una lucha en la que proveerá de ayuda a los rebeldes, mucho antes de
lo esperado. Y es que una nave imperial, con órdenes de Vader,
aparca junto a la Tantive y pone a los rebeldes en apuros. La
escaramuza se desarrolla en el mismo puerto, llevando a los recién
llegados a un estado de sitio del que no se repondrán ni saldrán
vivos muchos. La líder local cae en la refriega como daño colateral
y a punto queda Leia de convertirse en otro. Su nave acoge a los
moribundos Mia y un oficial del Imperio. Leia, imposibilitada de
participar en el tiroteo, lo frena una vez que ve mermadas las
posibilidades de los soldados imperiales. La cercanía a Alderaan y al
enfrentamiento contra un Imperio que pisotea, manda y ordena, están
cada vez más cerca.
Empatizar con los miembros de la
Alianza es relativamente sencillo. En la dicotomía buenos-malos
acaparan protagonismo y seguidores los justos y entregados. Pero,
¿son todas sus obras dignas de elogio? ¿Son sus oponentes una
encarnación del mal? Es fácil posicionarse si solo conocemos una
versión y perspectiva de la historia. Por eso saludo con gusto la
siguiente historia, ¿La lealtad es un pecado?, con un dibujo
dinámico y detallista por parte de Patrick Blaine. El guion, de
Jeremy Barlow, nos pone en las botas de un trooper clon, TK 622, que
establece una relación de especial compañerismo con su superior, el
comandante Akobi. Todo comienza en Malastare, cuando aquel salva la
vida a este. Desde entonces, juntos. Destinos en naves y campos de
batalla compartidos, con 622 siempre atento y alerta, hasta tal punto
que evita varios atentados contra el oficial.
Poco antes de la batalla de Yavin son
los dos destinados a la Estrella de la Muerte. Ni siquiera allí
puede el clon bajar la guardia y ni siquiera atento a todo podrá
evitar la muerte de su superior y amigo a manos de una mastodóntica
sonda espacial manipulada para atacar al oficial. A pesar de la
estricta vigilancia y seguridad, al menos, hay un rebelde a bordo de
la gran arma de destrucción masiva. Este hombre ha conseguido
reprogramar droides de la estación y los ha lanzado contra Akobi.
Con lo que nadie contaba es que esta piedra en los raíles del tren
imperial iba a convertirse en anécdota con la presencia del ataque
rebelde desde el espacio. Veremos antes el Halcón Milenario que la
propia Estrella y, cuando la veamos en todo esplendor, será para
compartir los últimos pensamientos del soldado antes de salir
volando por los aires.

La úlma historia está titulada como
Una nueva esperanza y, oh, ¡por favor!, no me pedirás que la repita,
¿no?
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