viernes, 20 de noviembre de 2015

Me voy de... cómics con Waldemar Daninsky.

La pasada Feria del libro antiguo y de oportunidad que se pasó por Ourense dejó varios títulos en las manos de Claustroman y mías, algunas joyitas. Y a veces no es lo que cueta o lo valorado que es algo sino el aprecio que le concedes y las ganas de tenerlo. De tenerlo, hablar de él y compartirlo. Reconozco que una de las acciones más peliagudas en las relaciones humanas es la de prestar un libro. Menos mal que tengo las suerte de un par de buenos amigos con los que compadrear de este modo de forma segura. Uno de ellos, el principal, es don Alberto, Claustroman, ourensano enamorado del claustro de san Francisco de nuestra ciudad e investigador infatigable que le ha dado a mi vidilla casera un calor especial, con tantos enlaces y tanto material referido a la cultura y al cine de terror. Es un placer poder tenerle cerca y poder compartir con él, aunque es él quien se lleva la palma en cuanto a material ofrecido.

Pues en tal feria, tras pasearla y revisarla, tras aguantar los calores debidos a la época y a la situación geoestratégica en la que estaba colocada (que tampoco era la mejor), encontró el amigo un par de cómics que he podido leer estos días. Son dos obras que surgieron del apareamiento literario entre Paul Naschy y el dibujante Javier Trujillo. Hasta donde sé, el encuentro entre ellos dio lugar a la publicación de algunos materiales gráficos para la película Empusa, la novela Alaric de Marnac, los cómics dedicados a Waldemar Daninsky y la adaptación, también en cómic, de la películla Latidos de pánico. Yo tengo los dos dedicados al hombre lobo, marca Naschy. 

Por lo visto, estaba el ilustrador trabajando en una segunda parte, que se llamaría Waldemar Daninsky - La katana de plata, y hasta he visto algunas viñetas por ahí como adelanto, pero creo que no llegó a publicarse. Sería la continuación de uno de estos dos cómics, el titulado Waldemar Daninsky - El origen de la maldición. Este, siendo la primera parte, versiona la película dirigida por Naschy, La bestia y la espada mágica. Narrado en primera persona, nos da la visión de un samurái encargado de resolver el misterio de unas horrendas y sangrientas muertes. Este hombre es un solitario que ha de seguir la pista de un misterioso asesino, más cercano a las bestias que a la acción de un sádico. Investiga los datos, se acerca al escenario del crimen y lee. Aunque su investigación sea racional está abierto a los relatos que hablan del hombre lobo. Y la sospecha se tornará certeza cuando esté frente a él, en la noche plateada del plenilunio. Seguirá al ser hasta su casa, entrando en ella de día y conociendo de primera mano la desgracia del extranjero que la habita junto a dos mujeres.


Él es el hombre lobo, sí, pero lo es por la maldición que una mujer hizo caer sobre su familia, siendo él un nonato. Ahora le persigue y le transforma cada noche de Luna llena, para su pesar, pues él se opone a la bestia y aborrece los crímenes cometidos al amparo de la noche. No hace ascos a ninguna carne humana pero siente debilidad por las jóvenes. Mata cada una de esas noches y, luego, en el transcurso solar hasta la siguiente Luna, busca un remedio para su mal.

El segundo cómic es otra adaptación. Y lleva el título de la película: El retorno del hombre lobo. Daninsky yace muerto por la gracia de un puñal de plata que le atraviesa el pecho. Yace también cerca quien le convirtió en su esclavo, la vampiresa Erzsébeth Báthory, y alguno de sus compinches en el siglo. Pero tal descanso, tan ansiado por el maldito noble polaco licántropo, dura lo que tardan unos ladrones en llegar al escondido castillo que guarda su cripta. La cosa va a peor cuando unas jóvenes ofrecen la sangre suficiente como para despertar a su ama y, esta, arrastrar por el poder de sus colmillas a aquellas a la existencia vampírica.

El conflicto está servido, humanas de por medio, entre el hombre lobo y la mujer que le ama y las condesa sangrienta, sus adeptas y algún compinche zombi. Las garras y la rapidez como armas sobrenaturales, el puñal de plata sagrada como amuleto y dispensador de un sueño que Waldemar persigue. Y la duda de un duelo final que realmente le permita morir como hombre. Para ello, solo el amor y la entrega hasta la muerte pueden ser su pase de gracia.

Aunque el estilo ilustrativo sea el mismo en ambas obras, cambia el planteamiento, siendo el primero una colección de viñetas donde el texto que las acompaña es la narración, a modo de omnipresente voz en off, mientras que, en el segundo, se alternan las explicaciones (la narración) con los diálogos. Me ha gustado más la presentación en rectángulos de tal explicación y diálogos de esta segunda obra. Es también en cuanto a medidas mayor y se complementa con dibujos y dos entrevistas a los autores, siendo muy completo y bello de contemplar y disfrutar.

 Con motivo de la presentación del cómic que no tengo delante, jeje, se le hizo al dibujante Trujillo esta entrevista interesante.

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