viernes, 6 de noviembre de 2015

Vista "El aullido del diablo".


Pues sí, oiga, sigo a vueltas con Jacinto Molina, o Paul Naschy, entre nosotros, y revisando películas más o menos antiguas. Una vez más, la suerte de tener a Claustroman cerca posibilita el visionado de las mismas y el ánimo para hacerlo y para escribir. Hoy nos vamos con Naschy, su hijo Sergio, la bella Munro y unos cuantos personajes más que me han hecho pasar un buen rato, sin ser lo mejor que parió Molina, pero, oiga, que uno la disfruta igual, jeje. 

 
Entre Rasputín y Frankie, escojan, escojan, que el niño de la familia lo tiene claro.

 
La cosa es que podríamos ver la trama desde los infantiles ojos del niño de la película. Un chavalín que perdió a su idolatrado padre y que vive, mejor, sobrevive, en la casa de su tío, odioso actorzuelo al que solo debe de aguantar y querer un poco la chica de las labores. Porque lo que es él y el chófer no le tragan. Ni ellos ni los monstruos que visitan en distintos tiempos y lugares al pequeño. A lo largo de los días, estos monstruos se turnan para visitar al nene y saludarle afectivamente. Por el bosque y su habitación pasan Frankenstein, Mr. Hyde, el Fantasma de la ópera y el licántropo Waldemar Daninsky. Con todos conversa y se siente a gusto, hasta tal punto de no asustarse ante la cara desfigurada del Fantasma ni los gruñidos de Waldemar, del cual llega a decir que es el mejor de todos pero también el más desgraciado.
 

 Entre la actriz principal, Caroline Munro, y el joven Molina, hubo un precioso entendimiento que el niño recordará. Tanto a nivel del personajes como en el trato diario de rodaje.

Mientras estos van y vienen, con una sola aparición cada uno, y únicamente al niño, el chófer tiene la tarea de traer chicas a la casa, cuando no aparecen ellas solitas, para el solitario y enfermizo placer del dueño, hermano del original propietario. Digo enfermizo porque el tío este sí que es un monstruo, capaz de drogar y violar, si no hay consentimiento por parte de la fémina, caracterizado de Rasputín, Fu-Manchú y Barba Azul. Es curioso como los monstruos clásicos de las novelas y películas de terror son aquí entrañables pero el ser humano es el realmente sádico y malvado. Algo que se recordará al final de la película, cuando el diablo reclama al niño como propiedad suya. Dirá que el mal prevalece, que el ser humano sigue siendo como siempre, demoníaco, y más cosas dice que ahora no os puedo contar.

Maldad y vicio también fuera de la casa. Cura y borracho.
En medio, el chófer, respetando los deseos carnales de su jefe pero odiándole, hasta tal punto que espera el regreso de entre los muertos de su anterior superior y realiza magia negra para convocarle de entre la podredumbre del sepulcro. Y la asistenta, mujer que algo siente por el malvado señor de la casa pero que le tiene a raya. Mujer solitaria que ha tenido devaneos con el cura del pueblo y acabará en la cama de quien ahora le paga más. Mujer que sueña un estado mejor y una vida familiar mejores.

Por lo demás, personajes que están cerca y conspiran desde fuera de la casa o que llegan a ella para su desgracia posterior. Un sacerdote obsesionado con una mujer, un borrachín misógino que está unido al anterior en chanchullos, las ocasionales chicas que aparecen por la casa... y el triunfo final del mal. Que eso tenía Naschy en mente desde que comenzó la escritura del guión, allá por el verano de 1986.
 
Hyde hablando pestes de Jekyll.

Disputas por la autoría del mismo, problemas económicos, vitales y de producción, porque de distribución mejor ya ni comentar, el caso es que la película sale y se la reconoce como un autohomenaje, una defensa de su arte y hacer, con el debido desprecio a una crítica que no le ha reconocido ni defendido. El paseo de los malos y monstruos es un homenaje a unos personajes que tuvieron su época de gloria y que eran la inspiración del propio Molina pero que ya habían pasado de moda o todavía no se les había revalorado. 

Monstruos, no todos, que aparecen en el cartel promocional y de los que sigo preguntándome, porque aunque presentes allí, no he visto por la película a Drácula ni al guardián de la cripta y lo que es el demonio con esa máscara olivácea, casi se le intuye.
 
Comentó en el fanzine Exhumed Movies el hijo, Sergio, actor aquí: "Para mí este rodaje fue un momento especial que compartí con mi padre y del que me acuerdo en no pocas ocasiones. La ilusión con la que afrontaba el proyecto era la misma de siempre pero las condiciones no, y eso lastra el producto, de todas maneras como documento tiene interés. Era una época en el que el cine era otra cosa" (Exhumed Movies 9, p. 25)

Al profanar el sueño de los muertos pasa lo que pasa.

Si deseas complementar estas líneas, que no son más que un comentario entre amigos, sin meterse más que en la trama y algunos detalles, te dejo uno y otro enlaces que te informen más y mejor.

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